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Ciudadanos: la gran decepción

Lo único que ha traído a España la supuesta nueva política de Ciudadanos, el partido del ciudadano Albert Rivera, el político catalán con orígenes malagueños, ha sido la ruptura de la centralidad. Pero, centralidad geográfica, que no política.
Hasta hace poco, las grandes decisiones políticas se adoptaban en Madrid. En las calles Génova y Ferraz, donde se sitúan las sedes del PP y del PSOE. Ahora las decisiones se toman también en Barcelona, más concretamente en el 191 de la Calle Balmes, - perdón, Carrer Balmes – vía pública donde Ciudadanos – de nuevo pido disculpas, Ciutadans – tiene su sede central. Esa es la única novedad palpable de la nueva política. Sólo eso.

Todo lo demás ha sido, sencillamente, decepcionante. Y no lo digo sólo yo. Lo dicen también muchos de sus votantes que lo fueron en las elecciones autonómicas. Ni nueva política ni gaitas. Lo mismo de siempre, o peor. ¿Lobos con piel de cordero? No. Aprovechadillos del cargo y juguetones con el poder. Les encanta poner y quitar alcaldes ganen o no elecciones. Son felices tratando de chantajear políticamente a los gobiernos de turno. Y lo hacen.

Ciudadanos logró 9 diputados en las elecciones autonómicas de Andalucía. Pero ahora, casi nadie reconoce haber votado al partido de Albert Rivera. Es decir, parece que da vergüenza admitirlo. Y lo entiendo. Los que votaron a Ciudadanos pretendían un cambio político de verdad. Aunque, para lo único que han servido esos votos en favor de una nueva política es para apuntalar la vieja política, viejos usos y costumbres del poder en Andalucía. El poder absoluto en esta tierra lo ha ejercido siempre el Partido Socialista.

El PSOE, el partido de los ERE, del escándalo de la Formación, de los fondos Jeremie, las comisiones de Mercasevilla, de las detenciones de los alcaldes socialistas de Alcaucín, Aguadulce, Ronda o Estepona por otros tantos delitos de corrupción. El mismo PSOE que estaba detrás del Caso Ollero – también conocido como Caso Cacerolo - y de los pelotazos por la Expo'92, el del vergonzoso caso de Invercaria. El PSOE que le reía las gracias a Jesús Gil, el corrupto de los corruptos.

Pues a ese Partido Socialista es al que Ciudadanos está apuntalando en el poder. Y de forma vergonzante, porque hay corruptos o presuntos corruptos con afiliación socialista ocupando cargos de la Junta de Andalucía. Ciudadanos lo sabe. Albert Rivera también. Pero mira hacia otro lado.

Prometían los de Ciudadanos que querían despolitizar las empresas públicas. Y los consejos de administración de distintas sociedades municipales están sentados los representantes de la supuesta nueva política, reconvertidos a viejos políticos del cuánto trinco, cuanto valgo.

Luego que los se presentaban ante la sociedad como seres benditos y ungidos por un don divino de manos limpias y frentes despejadas se han convertido en la fehaciente constatación del dime de qué presumes. Carecen de tanto. Incluso carecen de la capacidad o dignidad de pedir perdón a los más de trescientos mil andaluces que le votaron en las autonómicas.
Las encuestas indican que Ciudadanos sube de cara a las generales. Para decepción de los que aspiran a un sistema de gobierno limpio, en el que no caben los corruptos ni los listillos. Y, a día de hoy, el partido de Albert Rivera no representa eso. Ni mucho menos. Menuda decepción.

[cabezon name="José A. Hierrezuelo " designation="Periodista" img="Jose" /]

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