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La antipolítica

Vivimos unos tiempos convulsos y acelerados en los que impera el fast food hasta en la política, donde las frases simples y muchas veces simplistas han sustituido a los discursos elaborados y los programas electorales, los cuales se resumen en UNOS pocos tweets. Me preocupa extraordinariamente que en nuestra sociedad se haya instalado la idea de que la política no es necesaria, incluso de que es perniciosa. Incluso se habla de que la ideología no tiene sentido y que la batalla de ideas entre la izquierda y la derecha ha perdido su virtualidad. Esto me parece francamente peligroso pues esos mensajes abonan el terreno para que los fascismos hagan su agosto particular.

La negación de la política y de la diversidad ideológica desemboca en el autoritarismo representado por planteamientos centralistas y unipersonales que tutelan a una sociedad a la que consideran discapacitada. No confundamos la política con los malos políticos, que son los responsables de la fragmentación social y de la galopante desigualdad que se está instalando en nuestro entorno a pasos agigantados. Frases ya asentadas en el imaginario colectivo del tipo "todos los políticos son iguales", aparte de ser injustas, hacen un daño irreparable al noble arte de lo posible que es la política. Probablemente una de las cuestiones fundamentales es que la democracia  (poder del pueblo) ha derivado en una partitocracia (poder de los partidos políticos) donde las estrategias electorales y los intereses internos de cada organización priman sobre los intereses generales de la sociedad. Creo que es urgente y necesario un nuevo planteamiento de estas estructuras básicas para el funcionamiento democrático, para que sean realmente representativas del sentir social.

Tras el éxito colectivo que supuso la transición y los cuarenta años de democracia que hemos disfrutado, vivimos un momento especialmente delicado, donde un peligroso populismo y una pugna descarada dentro de la derecha de este país por la zona más extrema amenazan los valores y principios básicos sobre los que se asientan los pilares de nuestro estado social y democrático de derecho. Necesitamos partidos políticos que abandonen las purgas internas y reflejen la diversidad de matices en sus filas y sus cuadros dirigentes. Necesitamos altura de miras, capacidad de pacto y diálogo y, sobre todo, vocación de servicio público. Y claro que es importante la diferencia entre la izquierda y la derecha, pues la segunda fija su centro de atención en el capital, en el mercado, en los poderes fácticos y la izquierda pone la diana de acción política en las personas y en su entorno, abogando por la reducción (ojalá eliminación) de la desigualdad y desequilibrios sociales y ecológicos.

Creo además que la deriva que está tomando la configuración de la política en nuestro país roza la frivolidad y la falta de respeto a las instituciones. Un ejemplo de ello es la composición de las listas electorales para las Elecciones Generales del 28 de abril, donde el congreso se llenará de toreros y de famosos que sustituirán a personas comprometidas con LA POLÍTICA. Y ello me parece francamente peligroso.. Zapatero a tus zapatos... Echo de menos la seriedad, la cordura, el sentido común y la altura de miras... Necesitamos gente de estado, valores y compromiso.. Porque nos va el futuro en ello..

Tenemos que ser gente, trabajar con la gente y acometer propuestas y proyectos para la gente...EL CAPITAL NO NECESITA DEFENSA, LAS PERSONAS,SÍ.

 

[cabezon name="Encarnación Páez" designation="Alcaldesa de Villanueva de Tapia" img="paez" /]

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