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Desde la ilegalidad

Todo el que quiere apropiarse de lo que es de otro o de otros, incluso perteneciendo al grupo en el puede disfrutar de aquello que es de todos, lo hace desde la ilegalidad. Los argumentos que puede usar para convencer a quienes se van a quedar sin aquello de lo disfrutan, son diversos y variopintos, partiendo siempre de unos sentimientos que tratan de enaltecer la parte sobre el todo.

La ilegalidad es un estado que se ha establecido en nuestra sociedad como parte de la misma y que en principio, admitida por una parte de nuestra sociedad parece extendida al todo, es decir a toda la sociedad.

Sin embargo no es así. El ciudadano normal es decir el que trabaja, cría a una familia, cobra el desempleo el menor tiempo posible, tiene un sentido democrático de nuestra sociedad en la que el principio de convivencia lo pone muy por encima que el principio de imposición de las ideas de otros.

Que considera que la participación en los proceso democráticos han de estar siempre dentro de la legalidad, pues si están fuera de la legalidad nos encontramos con situaciones que rompen nuestra sociedad como por ejemplo la manipulación de los resultados electorales de las elecciones de 1.936, frente a los cuales y ante la imposibilidad de buen gobierno se presento la otra ilegalidad del golpe de estado.

Pues bien, ese ciudadano ve con asombro como la corrupción de nuestra clase política, PSOE, PP, IU, Podemos, Ciudadanos, campa a sus anchas sin que en ningún momento a los responsables políticos se les caiga la cara de vergüenza. Siente rubor ante la decisión de cambiar el termino imputado por el de investigado. No alcanza a comprender el abuso de sueldos, emolumentos y dietas de quienes no paran de hablar de igualdad y solidaridad, para después de eso actuar desde la ilegalidad.

Absorto nos quedamos cuando miembros de partidos, como Podemos o alguna de sus marcas blancas, de carácter progresista y populista hacen declaraciones tales como: "Que el machismo estructura las ciudades"; por lo que afirman que "las mujeres no pueden habitar con libertad en las ciudades porque no son consideradas miembros plenos" para a continuación hacer una declaración tan vergonzosa como: "A los animales hay que pegarles lo suficiente, como a las mujeres"(Alberto Torraba, para colmo concejal de Cultura del Ayuntamiento de Paiporta, Valencia).

Este sentimiento de confundir los derechos en una democracia con "mi libertad de expresión" por la que yo puedo decir y proponer cuanto mi libre albedrio me solicite "y que nadie se dé por ofendido, pues es mi libertad" nos conduce, inexorablemente a la admisión de lo ilícito como parte de nuestra vida aun a costa de saber los riesgos a que nos puede conducir y siempre asumiendo la falsedad de la parte por el todo.

Ese sentimiento de que lo ilícito e ilegal es lo progresista, junto con el complejo de inferioridad de nuestros representantes políticos hacen que el ciudadano y nuestra sociedad este indefensa ante situaciones que empezaron atacando a nuestros símbolos, la bandera, pasaron a atacar a nuestra más alta institución, la Monarquía, para acabar tratando de romper la unidad de España. Y cono siempre esa ilegalidad socialmente impuesta se fundamenta en falacias, mentiras, patrañas y elucubraciones maquiavélicas. Todo ello en perjuicio de la más alta misión de un político: el bien de los ciudadanos.

[cabezon name="Fernando Guerrero" designation="Ensayista" img="guerrero" /]

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