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Los británicos, aquí

Años atrás paseaba por los kioscos de un aeropuerto londinés, de camino a Bristol, por un intercambio cultural y turístico de Málaga con la ciudad inglesa. En los rotativos ingleses había tomado la primera página el grave accidente sufrido por un ciudadano británico en la Costa del Sol, los titulares, los comentarios y las fotografías sobrecogían. Apesadumbrado por la noticia, no pude evitar un comentario de disculpa en las palabras de apertura del encuentro.

Hace pocos días las tres primeras páginas de los diarios malagueños las ocupaban noticias de ciudadanos de Albión, se despachaban a gusto, sin comentarios, porque sus fechorías no la necesitaban.

La primera página era sobre los graves atropellos que tuvieron lugar en Puerto Banús, tres personas embestidas por un todoterreno que no satisfechos provocaron un accidente múltiple con explosión incluida. Toda una tragedia, según los burros que la provocaron, debido a la ingesta de drogas y alcohol.

Se pasaba página con la detención de dos súbditos de su majestad en una caseta de obra abandonada en las afueras de Cártama. Eran perseguidos desde su tierra por haber ofrecido sus hijas menores a la prostitución, hasta en su círculo de conocidos. Normalmente esas noticias se las dedicaban a los rumanos.

Los hoteleros españoles han perdido una fortuna, por la picaresca organizada de los ciudadanos ingleses, que dicen haber sufrido una gastroenteritis por la ingesta de alimentos en mal estado, y consiguen unas vacaciones gratis, con la presentación de una reclamación acompañada de la receta de un medicamento. Los listillos nos hacen muy tontos durante demasiado tiempo, aunque esta fuente de negociete estaba amparada por una red de despachos dedicadas a los empachos.

A muchos isleños que nos visitan y conviven entre nosotros los llaman los Diesel, porque gastan poco y andan mucho, hurgando entre los carteles de todos los bares y restaurantes quién tiene más barato los menús y la cerveza.

El paisaje de la Axarquía de Málaga, y otros lugares de los campos de Málaga, se han moteado y más, de blanco con la mayoría de las mansiones ilegales habitadas la mayoría por súbditos británicos, que en su tierra no se les había ocurrido mover un ladrillo sin todas las bendiciones jurídicas; aquí se han aprovechado de la connivencia de algunas autoridades y funcionarios, las desidias y la incapacidad de poner orden de algunos municipios pequeños. Ahora claman porque se les legalicen sus casoplones, como víctimas de una estafa, siempre habrá un culpable en la acera de enfrente.

No tengo en conciencia de estar contra ningún ser humano que no se lo merezca, pero a veces me gusta tener una charla privada con Drake y Robin Hood, para que no nos miren por encima del Brexit, como a bandoleros de senda estrecha.

 

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