Tengo que confesarlo, estoy decepcionado, indignado e impotente. Me parece vergonzosa la imagen de las playas hechas un estercolero, un basurero monumental, tras la celebración de la noche de San Juan. No entiendo el poco civismo de mis vecinos, de tantísima gente.
Solo en Malaga se han recogido 28 toneladas de basura generadas en unas pocas horas de diversión, casi el doble que el año pasado. Ver a primera hora de la mañana a los operarios de limpieza de todos los municipios costeros recoger tanta porquería es desolador y muy poco solidario. Con ellos, porque hacen horas extra después de la jarana de muchos, y por los bañistas que llegan a su deseada playa y no saben si están en la arena o en un basurero.
No entiendo que se vaya a la playa con las bolsas llenas de botellas, de comida, de aperitivos, y luego se deje todo tirado en la arena. En casa a nadie se le ocurriría hacerlo y si lo hacen, tienen un serio problema o síndrome de Diógenes. Muchos ponen pegas a las playas para perros y son estas mascotas y sus dueños más cívicos y limpios que toda la marabunta que ha dejado miles y miles de kilos de basura desperdigados por las playas de toda la provincia.
Está claro que las campañas de concienciación, de publicidad y advertencia de los municipios no han servido para nada o muy poco en nuestro querido litoral. Esa imagen dista totalmente del paraíso turístico que queremos exportar al exterior.
Así que, un poco de civismo, de solidaridad. No es lógico que en Málaga tengan que reforzar el servicio de limpieza y estén quitando vuestra basura y dejadez 177 operarios (casi el triple de lo habitual). Y lo mismo ocurre en otros municipios del litoral. Las bolsas y el interior que llegaron a una playa limpia tenían que haberse ido otra vez con sus dueños. Ojalá la próxima vez todos sean más limpios y solidarios, pero lo dudo, lo dicho, decepcionado y avergonzado por la imagen mostrada de las playas de Málaga en San Juan.
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