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Franco ya no importa a (casi) nadie

El 20 de noviembre de 1975 yo tenía 9 años de edad. Ese día, bien temprano, nos enteramos en casa de la muerte de Franco, un señor muy viejo, muy serio, con bigote y que estaba en todas las fotos. Me puse muy contento. Ese día no hubo colegio. Ni los dos siguientes. Hubo luto en la televisión. La única que había. Me puse muy triste por tantas horas de imagen casi fija en mi tele en blanco y negro de gente pasando por delante del féretro. Algunos para expresar sus condolencias. Otros para comprobar si era verdad. Muchos, por simple curiosidad. Era todo un acontecimiento.

La muerte de Franco me dio igual. Ahora, en 2017, me sigue dando igual. Sólo lo contemplo como un personaje de la historia de España, que gobernó con mano muy dura. En su haber, lo que todo el mundo sabe. Y en su debe, largo debe, lo que todo el mundo también sabe.

Más de cuarenta años después, a las miles de personas que pasaron por delante del féretro a buen seguro que también les da igual Franco y lo que representaba. Hace muchos años que se murió y, afortunadamente, España y la mayoría de los españoles ha sabido superar una etapa negra de la historia de este país. Aunque, por lo visto, algunos no la han superado.

Nadie en los bares habla de Franco, salvo para algún que otro chiste o meme. No recuerdo que mis amigos hayan hecho recientemente referencia alguna al dictador. Tampoco los que fueron mis compañeros de trabajo. Ni mis hijos. Nadie. Es decir, Franco no preocupa a la inmensa mayoría de los mortales. Pero, hay una minoría.

No me extrañaría que esa minoría recibiera alguna distinción especial en las próximas semanas. Minoría compuesta por los diputados del PSOE, Podemos y Ciudadanos que podrían ser nombrados socios de honor de la Fundación Nacional Francisco Franco o, entre otros galardones, el de amigos aventajados de la Falange.

No se había hablado tanto de Franco hasta que el PSOE se le ocurrió presentar una Proposición No de Ley en el Congreso para exhumar al dictador y a José Antonio Primo de Rivera de sus respectivas tumbas en el Valle de los Caídos. Propuesta que cuenta con el beneplácito de Podemos y de Ciudadanos, cuyo líder Albert Rivera transita con suma facilidad y sin despeinarse ni ruborizarse desde la extrema derecha a la extrema izquierda.

El PSOE más torpe de la última década está logrando con su propuesta justo lo contrario que pretendía. Los socialistas querían hacer cumplir la Ley de Memoria Histórica, cuyo objetivo no es otro que borrar el rastro de la dictadura, del dictador y sus seguidores antes, durante y tras la guerra civil. Y, claro está, con el bombardeo de información y de prescriptores de opinión hablando sobre la exhumación de Franco y José Antonio lo único que están consiguiendo es azuzar a los nostálgicos y extremistas en defensa de la figura de ambos. Justo ahora cuando a casi nadie importan.

 

[cabezon name="José A. Hierrezuelo " designation="Periodista" img="Jose" /]

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