Inicio Opinión

Demasiados años sin un 4 de diciembre

Parafraseando el pasodoble de los Piratas de A. Martínez Ares, "Era un cuatro de diciembre cuando tomamos la calle, cuando dijimos que verde y blanca era nuestra sangre"... "Días de guerra, de fascistas en la acera, rezando a su dictador. Tardes de espanto, Málaga entera llorando, mataron a Caparrós"... "Rojos contra la pared, Blas Infante por los muros; No hay 143, si hay 151"...

Toda una generación, entre la que me encuentro, apenas sabemos la importancia que entrañaba el que Andalucía entrase en la Constitución por la "puerta grande" como autonomía histórica. Por su notable retraso era urgente que viniesen las distintas transferencias para, desde la idiosincrasia que nuestra tierra esconde, saber construirse su futuro rompiendo el pasado caciquil que sólo se conseguiría con una Andalucía Plena de Derechos.

En los planes de la (descafeinada) transición no entraban que Andalucía pudiese tener voz propia, pero entonces, rompiendo con un cliché (quizás merecido) de pueblo que aguanta y no revienta, las andaluzas y andaluces comprendieron que no podían esperar más y en aquel 4 de diciembre de 1977 más de 2 millones salieron a la calle para pedir una autonomía en pié de igualdad con el resto del país.

La lucha del "Cuatro de Diciembre" esconde el sentimiento identitario andaluz, que no es ni etnicista, ni separatista. Una identidad solidaria, que siempre tiene sus puertas abiertas, una tierra que lucha por la igualdad entre los pueblos y las personas; y que se enfrenta contra los que impedían, e impiden (que son los mismos), la consecución de ese objetivo. Más allá de una lucha nacionalista, estamos hablando de lucha de clases, una lucha de los de abajo contra los de arriba.

El Cuatro de Diciembre rompió con el franquismo en esos tiempos aún presente en nuestro país y en nuestra autonomía. Actualmente en un nuevo resurgir, ese sentimiento de lucha, de forma urgente e inevitable, debe renacer.

La esperanza la tenemos en las últimas movilizaciones en defensa de una sanidad pública y de calidad, sin recortes ni privatizaciones. A partir de ahí, no debemos confundirnos. Aunque sea lo que nos anime a salir a la calle la cuestión concreta que nos afecta directamente (los de la capital la lucha por el tercer hospital, los de la costa por la ampliación del H. Comarcal...), debemos saber que la pelea se centra en las pretensiones de los gobiernos central y autonómico, de la gran coalición por el desmantelamiento de todo lo público.

Es en Andalucía donde los recortes en Sanidad, Educación, la precariedad laboral, las subidas de los suministros vitales básicos...; donde más se notan, porque seguimos padeciendo un sistema económico, un modelo productivo y de financiación, insuficiente, injusto e insolidario.

Hoy Blas Infante en su ideal andaluz no sólo describiría al jornalero pasear su hambre por las calles de Andalucía, hoy también vería al desahuciado, al parado, al jubilado que le sobra mucho mes de su jubilación mientras se mira en sus manos castigadas y maldice si no ha trabajado bastante; o al joven que mientras sus diplomas duermen en su pared, su maleta está lista junto a la puerta.

Todas las luchas son la misma, y en este 28 de febrero se debe notar si el mástil de ayer era el 151, hoy debe ser la defensa de lo PÚBLICO, DE LO DE TODOS. Porque hay muy poco que conmemorar, y mucho por lo que luchar. Andaluces Levantaos!!

 

[cabezon name="Guzmán Ahumada" designation="Portavoz del grupo provincial de Izquierda Unida en Diputación" img="guzman" /]

Ir ARRIBA