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¿A dónde vamos?

Luchamos contra las enfermedades, pero el hambre parece no importarnos. Las medidas que se puedan tomar para paliar el hambre, a nivel mundial, quedan reducidas a simples anuncios de alguna ONG en el que mide el brazo de un menor, o en el que la vida de otro menor, todos de raza negra, se mide por días y no por años. Nosotros los poderosos ciudadanos tenemos armas para destruir el mundo varias veces, pero somos tan ruines que no acabamos con el hambre.

La ilusión creada por todos los avances ha producido en nuestra sociedad la existencia de una sonrisa constante en nuestra cara que nos da una apariencia de estar tristemente ilusionados por objetivos que nos dicen conseguidos, pero no llegan; además, el mundo real que nos rodea, durante estos años de ilusionante prosperidad, nos demuestra de manera fehaciente que el individuo, la ciudadanía y la humanidad, a pesar de todo cuanto nos dicen, cada día se va deteriorando mas.

Para muestra, después de tantos años de bonanza económica quien no tiene en su familia algún miembro que esté en el desempleo o que esté a punto de perder la vivienda. Algo impensable hace unos años. Era algo, hace unos años, inimaginable.

¿Qué estamos haciendo?

Afrontamos nuestra difícil situación, basándonos en dos realidades: la primera, el desvanecimiento de nuestra conciencia ante la actitud manipulante de quienes nos han tratado de esclavizar en el ficticio estado del bienestar económico y social; y la segunda, reconociendo la dureza con la que actualmente nos enfrentamos al día a día que hace que veamos un presente difícil y un futuro incierto, contrariamente a todo cuanto nos habían prometido, pero que ahora han de reconocer, quienes nos gobiernan, que no es posible.

Una de sus causas hace años que apareció, cuando nos convencieron que había que regular la natalidad. Criar a un hijo era muy caro, pero sobre todo exigía una dedicación que impedía el desarrollo profesional, social y lúdico del matrimonio o pareja. Sus consecuencias las estamos viendo ahora cuando nos encontramos con una población envejecida que no tiene juventud que desarrolle el futuro de nuestro país y trabaje para mantener las pensiones de quienes vamos siendo cada día más viejos. Tanto éxito ha tenido esa tendencia en la sociedad española, que a día de hoy tenemos la tasa de natalidad más baja de Europa.

Como consecuencia de esta situación la edad de jubilación se ha tenido que prorrogar. Pero curiosamente, esta prórroga en la edad de jubilación, se produce después que año tras año se hayan producido en nuestra sociedad laboral pre jubilaciones, de trabajadores de edad muy alejada de la de jubilación que le hubiese correspondido, parte de cuyo desembolso y mantenimiento hasta la jubilación del trabajador, se hacía con cargo al Estado, es decir, del resto de los ciudadanos que trabajaban. Lo que en principio parecía ser propio de una sociedad rica, nos ha conducido a tener que reconocer la existencia de una sociedad empobrecida.

No nos estamos multiplicando, pero además hemos confundido el significado de las palabras del Génesis. Dominar los seres vivientes y plantas de la tierra no es esquilmarlos. Acabamos con las riquezas naturales del planeta haciendo la explotación como si se tratara de una propiedad nuestra, cuando en realidad deberíamos tratar a nuestro planeta como una herencia sobre la que tenemos la responsabilidad de mejorarla para nuestros descendientes. Pero parece que como hemos optado por no tener descendencia debemos explotar sin límites lo que hemos recibido. A fin de cuenta, al no tener hijos, con los que tener una responsabilidad de futuro, no tenemos por qué preocuparnos de actuar correctamente, pensando en el mañana. Nuestra generación al no tener hijos no tendrá mañana.

La explotación de los recursos naturales no se hace en beneficio de futuro, sino a presente, beneficiando solo a los grandes capitales del planeta, sin importar el deterioro que se causa en su expolio ni la contaminación que producimos con sus efectos devastadores. Baste recordar las especies de fauna marina y terrestre que a día de hoy están protegidas por peligro de extinción, la desforestación o la gran mancha de basura del pacifico de 1.400.000 km/2.

[cabezon name="Fernando Guerrero" designation="Ensayista" img="guerrero" /]

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