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De la Torre y la política del consenso

Este sábado, la constitución de los ayuntamientos cambiará el color del poder municipal en España. El Partido Popular fue el más votado en 37 de las 50 capitales de provincia pero no llegará a gobernar ni en una veintena.

La pérdida de sus mayorías desplaza a la oposición a los populares en beneficio del PSOE y de plataformas ciudadanas autóctonas o impulsadas por Podemos.

No es el caso de Málaga, donde el popular Francisco de la Torre volverá a recoger el bastón municipal por quinta vez gracias al acuerdo de última hora con Ciudadanos.

Han pasado tres lustros y de la Torre ha consolidado una marca y un estilo personal que le han permitido encadenar tres mayorías absolutas entre 2003 y 2011.

Sus trece concejales del pasado 24 de mayo le alejan de las rotundas victorias cosechadas por su partido desde 1999, en las que el PP nunca había bajado de los diecisiete ediles en la Casona del Parque.

Sin embargo, De la Torre ganó en diez de los once distritos electorales de la capital y mantuvo con holgura sus tradicionales feudos del centro y la zona este de la capital. Bajó en porcentajes importantes en las barriadas del norte y del oeste, lo que le costó 60.000 votos y la pérdida de la mayoría.

Este sábado, el veterano alcalde se mantiene al frente del consistorio con el tercer gobierno en minoría de la historia de Málaga en democracia. Una circunstancia con las que también han lidiado sus dos antecesores.

Le ocurrió por primera vez al socialista Pedro Aparicio en 1979. Para acceder al poder tuvo que sumar sus once concejales a los siete del Partido Comunista. Un pacto que no necesitó reeditar gracias a tres mayorías absolutas posteriores.

En 1995, Celia Villalobos consiguió la alcaldía con quince ediles, a tan sólo uno de la mayoría absoluta. La izquierda podría haber gobernado nuevamente pero la "pinza" en el parlamento andaluz entre PP e IU dificultó el entendimiento entre los nueve concejales de Antonio Romero y los siete del socialista Martín Toval.

Francisco Oliva, Marisa Bustinduy o María Gámez no han sido capaces de superar la barrera de los doce concejales con los que el PSOE se ha mantenido en la oposición en los últimos veinte años frente a un PP hegemónico en la capital (el 24 de mayo repitieron los resultados de 2011 con nueve ediles). Por su parte, IU mantiene su suelo electoral de dos concejales en un ayuntamiento en el que Málaga Ahora suma cuatro.

Paradójicamente, con menos votos y menos concejales, De la Torre se convierte en el alcalde del principal bastión municipal popular tras la pérdida de los ayuntamientos de Madrid, Valencia, Sevilla o La Coruña.

Pero tendrá que gobernar con la mayor transparencia y cualquier decisión deberá contar con el respaldo de los tres concejales de Ciudadanos. A cambio de su investidura, asume un decálogo muy restrictivo si quiere mantenerse otros cuatro años en la alcaldía de Málaga. El acuerdo entre las dos formaciones se beneficia de las muchas coincidencias programáticas entre ambos partidos.

Una bajada de impuestos, el recorte en un 50% en los cargos de confianza y que los once directores de distrito no sean cargos políticos sino funcionarios, además de un plan social con medidas como un 'bono alimentación' condicionan el acuerdo de investidura suscrito este viernes por Francisco de la Torre y Juan Cassá, líder de Ciudadanos.

La fusión de empresas y organismos públicos, la simplificación de los organigramas y el recorte en los sueldos serán otras claves del nuevo Ayuntamiento de Málaga.
Su talante dialogante y su gran capacidad de negociación y consenso han convertido a De la Torre en un incombustible de la política desde sus lejanos tiempos como diputado de UCD al Congreso en las primeras elecciones de 1977. Veremos si el debate sobre su sucesión no complica una legislatura en la que PP y Ciudadanos están condenados a entenderse.

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