Inicio Opinión

Madurismo vs Felipismo

En un gesto que le honra como socialdemócrata y miembro de la Internacional Socialista, el presidente Felipe González llegó y salió de Venezuela en un intento vano por ver a los presos políticos del régimen bolivariano y actuar como asesor en su defensa legal. Llegó, vio y venció, pese a las trabas impuestas por Nicolás Maduro, que le impidieron su cometido. Él, un zorro viejo en estas lides, lo sabía. Pero sopesó el peso político de su presencia in situ. Abrazando no sólo a las esposas de los dirigentes presos, sino a los líderes de la oposición, y a otro veterano en esta lides, Teodoro Petkoff, con prohibición de salir del país, a quien representó en la entrega del premio 'Ortega y Gasset' al valor periodístico y le llevó la placa del galardón.

La prensa española comenta la vociferante voz de Maduro, que no ha ahorrado improperios contra González. Paranoico de la conspiración y el magnicidio ha montado en cólera por la salida del presidente español, cuya viaje de retorno, vía Colombia, ha calificado de 'huida', al haberlo hecho en un avión oficial del gobierno colombiano, que él sitúa en el eje Madrid-Bogotá-Miami, que son las ciudades donde se teje la gran conspiración para derrocarlo, según repite por televisión a diario. Maduro, bien asesorado por los expertos cubanos, manejan al milímetro la teoría de la 'cortina de humo'. Distraer los titulares de la verdadera tragedia del inmenso fracaso de su revolución, tras 16 años de saqueo masivo de las arcas públicas y las más que presumibles conexiones con el gran negocio del narcotráfico, según las autoridades federales estadounidenses.

La visita de González ha sido fugaz, pero calculada para dar aliento y solidez a la dispersa oposición venezolana. Falta mucho diálogo, ha dicho el expresidente español, refiriéndose más a los opositores entre sí, que a éstos con el gobierno, que considera y califica a los propios como patriotas y a los demás como traidores y anti-patria. Con Maduro dialogar no se conjuga.

González ha ido respaldado de una carta firmada por varias decenas de importantes figuras políticas de América Latina y Europa, papel de peso, que tiene en su oficina el papa Francisco. Maduro se abstuvo, oportuna otitis mediante, del viaje oficial al Vaticano, donde el argentino-jesuita, le hubiera leído el catecismo de tener que soltar a los presos políticos o a las políticos preso, como los nombra Maduro y le habría recordado que no se puede apresar en calabozo alguno ni acosar permanentemente a los que disiente de él. El viaje a Roma se ha pospuesto sine die.

Las consecuencias políticas de la visita de González están tejiéndose. Hay unas elecciones parlamentarias a las puertas de Venezuela, donde los sondeos dan una mayoría suficiente a la oposición. Paso previo para solicitar el referéndum revocatorio, que sacaría a Maduro de su sillón. Además de las tensiones dentro del los distintos sectores revolucionarios, acosados por las acusaciones de cuentas bancarias oscuras y los cargamentos de drogas que se embarcan desde Venezuela.

El clamor internacional contra un régimen que ha llegado al poder por el voto popular, pero que se comporta sin un mínimo respeto a las normas democráticas, pone en serios aprietos a Maduro. Los venezolanos aguantan en las colas cotidianas, hasta que la paciencia se rompa y arremeta en las urnas contra un régimen ineficiente, que cada día abre nuevos frentes de protesta, y sólo muestra su celo en proclamar una revolución que ha distribuido la pobreza y ha esquilmado la inmensa riqueza petrolera. Los datos están en todos los análisis internacionales de la economía de ese país, que sin duda merece un mejor destino para su pueblo.

[cabezon name="Carlos Pérez Ariza" designation="Periodista, escritor y profesor de periodismo en la UMA." img="perezariza" /]

Ir ARRIBA