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VENTANA AMERICANA

BUKELE 2.0

El pasado fin de semana, y como ya se preveía en las encuestas, el presidente salvadoreño Nayib Bukele fue reelegido en esta nación centroamericana con un aplastante 85% de los votos (aunque el escrutinio oficialmente no ha concluido). Mientras que en el parlamento su partido “Nuevas Ideas” podría haber obtenido más del 90% de los escaños de la llamada Asamblea Legislativa, borrando del mapa político al FMLN (la desmovilizada guerrilla izquierdista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) y al derechista ARENA.

La razón de esta incontestable victoria en las urnas, teniendo en cuenta que en su primera elección contó con el apoyo del 53% de los sufragios, es el haber acabado de una vez por todas con la acción de las “maras”, los grupos del crimen organizado que desde el final de la guerra civil salvadoreña empezaron a controlar las calles de pueblos y ciudades dedicándose a la extorsión, el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas.

Los gobiernos anteriores ya habían intentado pararles los pies a las temibles pandillas de la Mara Salvatrucha y la Mara de la Calle 18, llegando incluso a negociar con sus líderes. Pero solo mediante la declaración en 2022 del “estado de excepción” por parte del actual mandatario, fue posible pacificar el país recluyendo a los “mareros” o “gangueros” en mega cárceles de alta seguridad donde al día de hoy se encuentran privados de la libertad cerca de 77.000 personas. Ha sido pues, fruto de una estrategia de “palo pero sin zanahoria”.

Esta victoria de la la ley y el orden no se encuentra exenta de críticas, pues al parecer muchos jóvenes fueron detenidos debido a acusaciones anónimas ante las autoridades, o por el simple hecho de usar tatuajes en su cuerpo. Por lo que es posible que se haya desatado en este país ístmico una “caza de pandilleros” en la cual han pagado justos por pecadores. Aunque, sea como fuere, la ciudadanía se encuentra agradecida por el hecho de poder salir a la calle sin temor.

Segunda temporada del presidente

Bukele, un joven empresario de 42 años (que aparenta menos edad de la que tiene) proveniente del sector de la publicidad, pertenece a la nueva élite del país; no a la vieja aristocracia de los terratenientes, sino a la de aquellos que gracias a la educación recibida y su visión del mundo han hecho fortuna en el ámbito de los negocios. Su familia hace parte de esos inmigrantes sirios, libaneses y palestinos que llegaron a Latinoamérica para poner en marcha emprendimientos en todos los sectores de la economía, abriéndose un espacio propio en medio de la tradicional clase alta criolla que todo lo controlaba desde los tiempos de la emancipación de la metrópoli española.

Criticado por su estilo de gobierno personalista y autoritario, curiosamente por otros mandatarios iberoamericanos de diferente ideología que no han dudado en suprimir libertades y perseguir a la oposición para erigirse en gobernantes únicos, Bukele se enfrenta ahora al reto de consolidar a largo plazo su triunfo sobre la macro delincuencia que azotaba a la República de El Salvador.

Por una parte, deberá gestionar la reinserción a la sociedad de la gran mayoría de los integrantes de las maras, que ingresaron en ellas desde muy corta edad empujados por la pobreza y la desestructuración familiar, y que no cargan sobre sus hombros con delitos de sangre. Mantenerlos encerrados perennemente no tiene sentido ni redundaría en un mayor beneficio. Todo lo contrario.

En segundo lugar, con una población de algo más de seis millones de habitantes (dos millones menos que la comunidad autónoma andaluza), es posible que mediante un fuerte impulso económico se pueda construir un estado de bienestar que evite crear más delincuentes debido a las abismales desigualdades sociales que los han creado.  

La producción de café, el potencial turístico de sus parajes naturales, y la posibilidad de convertirse en un centro regional financiero y de nuevas tecnologías, podrían colocar a El Salvador en una posición avanzada y privilegiada frente a sus vecinos.

Todo está por verse en este segundo gobierno de Nayib Bukele, de quien todavía no sabemos cómo logrará pasar a la historia.

Luis Gabriel David

Profesor y periodista

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