Es arriesgado opinar sobre Marbella sin ser tildado de derrotista o catastrofista, especialmente en temporada alta, cuando los rumores suelen destacar lo negativo, quizás por la fama que arrastra desde la época de la otrora denominada Jet-Set y de los tiempos de Gil.
Que Marbella es uno de los mejores destinos turísticos del mundo, nadie lo puede negar. Que Marbella es una ciudad ideal para vivir, tampoco. Pero que Marbella tiene por delante grandes retos, es una realidad innegable.
Una ciudad que otorgó a Gil y al Gilismo 15 años de mayorías absolutas con el argumento mil veces oído de que “Gil robaba, todos roban, pero Gil puso a Marbella en todo lo alto”. Una ciudad que fue intervenida por el Estado, estableciendo por única vez en la historia una gestora municipal.
Una ciudad que, con un paréntesis de dos años de socialismo, ha sido gobernada por el Partido Popular durante otros 15 años, y cuyo último lema electoral fue “La mejor gestión”. Ahora se enfrenta en 2024 a grandes desafíos que, como mencionábamos, durante esos años no parecen haber sido tenidos en cuenta.
Para empezar, Marbella necesita estabilizar sus presupuestos. Aunque, como hubiera dicho Aznar, “Marbella va bien”, la ciudad tiene una deuda viva de 350.000.000€. Y eso se logra disminuyendo gastos, no aumentando impuestos.
El Plan de Ordenación Urbana (POU), heredero del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), avanza a paso de paquidermo desde 1986, paralizando el desarrollo de la ciudad.
Las comunicaciones, sin tren litoral, sufren interminables atascos y la carísima autopista de peaje, junto con los costosos aparcamientos, agravan la situación.
Las playas, sin arena, sin espigones, con el sector de hamacas y chiringuitos en pie de guerra, necesitan urgentemente atención. Puerto Banús, cuya calidad ha descendido notablemente según los vecinos, y el Puerto Deportivo, cuya concesión termina en breve, mantienen en vilo a vecinos y comerciantes.
El comercio ambulante ilegal de los manteros, los barrios periféricos que necesitan mejoras significativas y un polígono industrial obsoleto e impracticable, son problemas que no pueden seguir siendo ignorados.
Y el asunto más preocupante, la seguridad. Una ciudad turística y hospitalaria como Marbella que, en verano pasa de 166.000 habitantes a más de 500.000, no puede permitirse traspasar las fronteras de la información mundial por tiroteos que, por llamativos, están creando una expectación exterior bastante perjudicial.
Esperemos que el plan especial puesto en marcha por la Policía Nacional no se quede corto y proporcione al municipio la tranquilidad que necesita para que, en efecto, Marbella sea el mejor destino europeo por muchos años.
Marbella debe mirar al futuro con una visión clara y decidida. Es imperativo que enfrentemos estos retos con políticas firmes y eficaces, que prioricen el bienestar de nuestros ciudadanos y visitantes.
Desde VOX, abogamos por una gestión que ponga en primer lugar la seguridad, la eficiencia económica y la mejora de infraestructuras; que ponga en primer término a los marbelleros y sus necesidades para que Marbella no sólo recupere su brillo pasado, sino que se proyecte como un referente de excelencia y calidad de vida en el panorama mundial.