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VENTANA AMERICANA

GRACIAS A LOS INDISPENSABLES TRABAJADORES MIGRANTES

A finales del pasado mes de abril falleció en Madrid, debido a un un accidente de tráfico, un repartidor que se movilizaba en bicicleta mientras trabajaba durante un sábado por la noche para aumentar los ingresos obtenidos mediante su oficio de “rider”, un extranjerismo en inglés que no disimula la precariedad de esta labor que aúna nuevas tecnologías y emprendimiento.

El hombre todavía joven, de 29 años, había llegado a la capital española en busca del “sueño europeo” procedente de su natal Venezuela, antaño una rica nación pujante gracias a los dólares de su producción de petróleo, pero cuyos vaivenes políticos y económicos les niega hoy en día un presente y un futuro estables a sus ciudadanos, obligándolos a emigrar fuera de su terruño y dirigirse en muchas ocasiones a la que fue la tierra natal de sus padres y abuelos.

Mario, se llamaba este ser humano, simpático, trabajador y horado (según afirman quienes lo conocían), que se ganaba la vida en la Ciudad del Oso y el Madroño trabajando dura y dignamente, y cuyos proyectos de vida se vieron truncados al ser arrollado por un taxista que “no lo vio” en la oscuridad de la noche madrileña.

Mario representa a ese ejército laboral de casi dos millones ochocientas mil personas, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, provenientes de otros países que actualmente contribuyen con su esfuerzo al desarrollo y crecimiento económico de España. Entre las naciones no comunitarias, los colectivos migrantes cuya presencia más han crecido en el mercado de trabajo español, han sido los de Venezuela y Colombia.

Estos hombres y mujeres que dejan atrás todas sus raíces con el fin de venir aquí a “ganarse el pan que en sus terruños no les ofrecen”, suelen desempeñar ocupaciones y oficios que en muchos casos están por debajo de cualificación profesional, debido a los laberintos burocráticos de corte kafkiano que en hay que superar en España para lograr la homologación de un título universitario expedido en el extranjero.

En un país donde, según las cifras oficiales, hay unas cien mil vacantes laborales sin cubrir (en los sectores de la hostelería, la construcción, la agricultura y el transporte en camiones) esta mano de obra resulta vital para que la economía nacional no se ralentice.

De hecho, el Gobierno Nacional acaba de firmar un convenio con Colombia, República Dominicana y Ecuador para traer trabajadores cualificados que cubran la demanda de personal labora en estos sectores. Aunque, curiosamente, tenemos unas cifras de desempleo juvenil que se encuentran entre las más altas de Europa; quizás debido a que un gran número de jóvenes aspiran a ganarse la vida como “influencers” en las redes sociales en vez de ser camareros u obreros.

Mario dio su vida por este país. Lo justo y necesario sería que alguna voz autorizada se lo agradeciese póstumamente a él y a su familia. Y también a los millones de migrantes procedentes de los países hermanos de Iberoamérica sin los cuales la demografía seguiría languideciendo y muchos servicios no podían prestarse.

Pero, en vez de esperar que algún representante de algo o de algunos demuestre gratitud ante el colectivo migrante que labora diariamente en España, seamos nosotros mismos quienes lo hagamos cotidianamente cada vez que nos crucemos con ellos y ellas, reconociendo que su presencia en esta sociedad hace más fácil nuestra vida diaria.

Luis Gabriel David

Profesor y periodista

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