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Banderas al desaire

La inercia de jubilado, me sostiene, a cuidar la deflación por olvido entre dominós; pero vistas las cosas, me encantaría hibernar en alguna cueva ajena, en la que persistan los tiempos políticos de nuestras primeras andanzas democráticas. Pronto se izarán banderas nacionales al calor de un mitingo, las mismas, el día después se arriarán en las ínsulas baratarias, según gobernadores, para distinguir su cacho de poder con colorido propio. Hace nadita, la lidereza de Sumar, de gallego peregrino; para olvidar los sustraendos Podemos, se largó a visitar a San Puigdemont, patrono de “los posibles”, tras su santificación en la canícula de Julio. Doña Yolanda I, rezó el “pro nobis” a la Moreneta, para investir un gobierno de progreso con ella zascandileando. Hace nada, ayer mismo, el Santo huido, se reunió en Bélgica con el presidente del PNV, presididos por la ikurriña y la señera, para estrechar relaciones de las derechas centrífugas, de cara a meter mecha a Sánchez, para que negocie el futuro gobierno de España a su gusto: incoloro, inodoro e insípido; con himno al ronroneo en el césped internacional. Si uno se dejara llevar por los vídeos conspiranoides que pululan por la Nube, por la foto de la reunión vasco-catalana, se podían ver las oscuras maniobras de los espías de Washington y Moscú, para bajarle los humos a España y por ende a Europa; pero por más que los peneuvistas tengan sus secretos al aire con la CIA y a Junts le echara una manita el Kremlin, ellos se las bastan solos para echar las patas por alto. Don Alberto se encuentra inelegible con Abascal en el sidecar, espantando alianzas de catalán en la intimidad y euskera en latín; don Pedro tiene que hacer encaje de bolillos constitucionales para seguir en la Moncloa; por lo que visto el flamear de tantas banderas, nadie quiera que tengamos que enarbolar de nuevo la de la Cruz Roja. 

Curro Flores

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