Estamos tan acostumbrado a lo fake que cuando alguien nos dice algo true pensamos que no puede ser. Que lo verdaderamente demócrata en nuestro país es lo fake, es entender nuestro país como conjunto de países, así lo hizo ver nuestro allegado Sánchez cuando el otro día, creo recordar el día cinco, afirmo públicamente que España y Cataluña son dos países extraordinarios. Uno que no entiende, busca el significado de la palabra país. La RAE define País como territorio constituido en estado soberano. Igualmente, en la segunda de las definiciones, como territorio con características geográficas y culturales propias que puede constituir una entidad política dentro de un Estado. Sabiendo el ciudadano que Cataluña no es un estado soberano a lo más que puede aspirar es a ser un país dentro del Estado Español. Pero no. Se trata de mezclar lo fake con lo true para de esta manera jugar a esconder la verdad con la manipulación de la mentira.
O la mentira con la manipulación de la verdad. Todo ello en unos días de caos informativo donde el comportamiento y declaraciones de los responsables del caos eléctrico y del transporte ferroviario hacen pequeños el alcance verdadero de la situación producida. Pero no termina aquí la situación perpleja del ciudadano. La comparecencia de nuestro presidente en el congreso es lo que manifiesta la verdadera confusión sembrada en nuestra sociedad como estatus permanente. Lo true, lo fake y lo woke. Nos habíamos olvidado de lo woke. Todo el poder de la ideología Woke proviene de su manipulación del lenguaje: sus teóricos y militantes se inventan una nueva lengua de la diversidad que funciona a modo de trampa ideológica: feminismo, violencia domestica, machismo, derecha/extrema derecha, progresismo. La estrategia de la cultura Woke es transparente, e incluso en algunos casos presume de ella: consiste en apropiarse de una palabra que sea objeto de reprobación universal y asignarle una nueva definición, de la cual afirmarán que cuenta con respaldo científico porque la habrán legitimado los militantes disfrazados de expertos que agitan los departamentos de ciencias sociales. Baste en este sentido recordar el cacareador Consejo de Experto de la era Covid que después se demostró su falsa existencia. Estamos así ante un sistema ideológico que funciona invirtiendo el significado de los conceptos que reivindica. Nos obliga a caminar del revés.
La ola Woke parece llevárselo todo por delante. Pero es imprescindible plantear una firme resistencia. Y no se podrá hacer mientras no se logre desvelar su estrategia de manipulación del lenguaje, que nos introduce en un mundo paralelo, un mundo lleno de definiciones alternativas, que trunca la relación con lo real y nos obliga a ir evolucionando según los dictados de ideólogos acusadores que consideran que quienes les plantan cara merecen el destierro social: se habla de esta forma de cultura de la cancelación.
A lo largo de los años que gobierna el sanchismo son muchos los ejemplos en los que se ha creado un lenguaje nuevo con el que se quiere excluir a todo aquel que no se apunte a la ideología. El de dar por sentado la ideología difundida, por ejemplo, en el caso del apagón el silencio informativo, es una forma de manipulación, igual que la justificación del parón de los trenes considerarlo de manera inmediata un sabotaje cuando todavía investigación no se había iniciado.
Nos encontramos en una situación en la que la simplicidad de pensamiento ayuda a que comprendamos cuanto determinados medios nos quieran transmitir sin pensar siquiera si se trata de fake, true o woke. La inmediatez se ha apoderado de nuestras mentes impidiéndonos que pensemos detenidamente, algo que fortalece nuestras decisiones y mejora nuestros impulsos mejorando los resultados de nuestro comportamiento. Los gobiernos manipulan con lo fake y lo woke, pues lo true lo tienen en las calles donde nunca se les ve. Por ejemplo, en cualquier acontecimiento en el que deba participar nuestro presidente del gobierno junto a Su Majestad, delega en cualquier vicepresidente al que la ciudadanía no considera necesario abuchear por no manchar la presencia del Jefe de Estado. Sin embargo el gobierno es sabedor que de aparecer Sánchez, la ciudadanía no dudaría en el gran abucheo. Eso es lo true(verdad) que el gobierno quiere cambiar por lo fake(mentira) o woke(el extremo). Como dice Jacques Derrida “lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que miente”