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Solarillo que pillo

Antes de enrollarme con florilegios, con la solitaria mosca soplando a mi oreja, viendo como mi horizonte urbano y playero se va tapando con torres con el ton y el son de la pasta; presumo que como tenemos unidades contra las drogas y el crimen desorganizado, debiéramos tener casi centenas de millón vigilando el gatuperio económico de las edificaciones que nacen, para el alquiler de aquí te pillo y remato; sin más interés humano que el urbanicidio. Francisco de la Torre, repetido en los cromos de la democracia y la dictadura, si la Historia se chivata, tiene en su mérito, favorecer a los fabricantes de ascensores, escaleras de bomberos y piscinas por las nubes de la calima. Pedro Aparicio, mi alcalde, primero en la democracia municipal, frente a una ciudad destrozada por un terremoto en grado golfo provocado por la Dictadura, supo dirigir el primer Plan General, premio nacional de Urbanismo, en la que se trataba de hilvanar los descosidos de la Ciudad del Paraíso, dando línea razonable y altura a su crecimiento. El proyecto de PGOU que les entregamos en herencia a nuestros sucesores, han dejado en la ciudad aquellas huellas de unos lápices sin estridencias, sin sobresaltos de crestas y extravagancias en el nuevo horizonte urbano.
Pero no será por su vista cansada, eso la nuestra; De la Torre busca hueco en lo ajeno y hasta lo propio, para plantarnos torres vigilas del neocapitalismo depredador del suelo, hasta donde nuestra vista se tape; mar, monte y Castillo. De joven sentado en junto a La Farola, leía desde el Manifiesto de la Alhambra, hasta el ideario arquitectónico para tratar la estructura urbana de las ciudades portuarias, para que el vecino no perdiera su horizonte marino. No sé si por negocio, anteojeras o amor al flexo, dos nuevos bloques de 23 plantas, suman y sigue con la operación Nereo, para vivir como dioses ultramarinos los promotores del desaguisado y contentar de nuevo al consistorio PP.

Curro Flores

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