Se acercan unas fechas importantes para los cristianos. En ellas celebramos el nacimiento de quien lo dio todo por el prójimo. Pero parece que el nacimiento es lo de menos; que lo que interesa son las ventas en general. Dicen los estudiosos de marketing que cualquiera que sea la estación del año en la que se pongan ornamentos y música de navidad, las ventas aumentan. A lo mejor por ese detalle hay grandes superficies que han vuelto a la decoración tradicional de los Tres Reyes Magos decorando sus fachadas. Es como decir: "Venid y comprad que el niño Jesús, el del Carpintero, está en el portal”.
Miramos aun lado y otro y vemos bajo las festivas luces que representan a los Reyes Magos dos o tres sin techo sucios y harapientos.
Ante esta cierta visión de nuestra sociedad nos rodea el desasosiego y la incertidumbre. En muchas tertulias nos preguntamos por qué Dios no actúa. Dios lo puede todo, decimos. ¿Habrá muerto Dios? Es fácil decir que Dios lo puede todo. Recordemos el pasaje del Evangelio en el que el Cirineo se acerca a Jesús para ayudarle a cargar con la Cruz en la subida al Gólgota. Es importante recordar el pasaje. El Cirineo ayuda. No se sienta en la Cruz y le dice a Jesús: "Señor, tú puedes, vamos para arriba". Seguramente, quien ha muerto es la persona a la que Dios habla. Esa persona que carente de paciencia, no escucha; Desorientada por los ruidos sociales es incapaz de reflexionar sobre las ideas que Dios le transmite, siendo finalmente incapaz de decidir sobre la conveniencia o no de aplicar esas ideas en su vida. Hoy estamos inmersos en ruidos informativos y mediáticos que dificultan, en todo momento, por no decir que imposibilitan, prestar la atención necesaria para diferenciar la paja, necesidades mundanas que se nos imponen ruidosamente como necesarias para respirar, del grano, alma del ser humano, en la que anidan los mejores sentimientos. Reflexionemos aislándonos del ruido. Fomentemos el diálogo, la conversación y la controversia. Aprendamos aplicando nuestros mejores sentimientos, que el adversario es nuestro mejor aliado para progresar. Mientras no entendamos que el adversario es necesario, lo convertiremos en un enemigo al que hay que perseguir y aniquilar. Y entonces nos volveremos a preguntar dónde está Dios.




