En el Metro ni palabras de la pérdida del Mundial. Sonaban en alto con arena en los metideos: -“el agua estaba muy calentita, pero la espuma que nadaba era de cañería y no te podías zambullir”, alguna cosa más y a soplar por la solana. En cambio el móvil gastaba bits y bits, por el “mundialazo” del Alcalde.

Con algún selecto correligionario bailamos la comba por el ridículo de Paco, aunque yo le vi el audífono al lobo, por su rollito de culpar a los nuestros, al inventarse la majadería de adjudicarle la rotonda del estadio de arletismo al ministro Puente. En fin, por haber llegado a una solución, escribí con sorna, que valiéndose de la masacre urbanística municipal a torre limpia, me vino a la pájara que De la Torre, amigo de los que mandan en Catar, los emires hoteleros y no el primo sentenciado por nuestra ruina balompédica, podía alquilarle e incluso comprarle el Estadio 974 desmontable, para ponerlo en los solares de la “Expo perdida” y hacer caja después con el parcelón de la Rosaleda, para darle continuidad con los mamotretos de Martiricos. Pero Infantino FIFA corre que vuela por las pelas, resultando que prevé darle a Catar el próximo Mundial de clubs, es decir, mi idea fastidiada y a bajarse del graderío portátil.
Ya puesto en ver lo que nos queda de los grandes eventos del orbe, para que don Francisco pueda aspirar e darse un mundial garbeo, no encuentro en el parchís por dónde saltar la oca y ni existe el campeonato universal de pisos turísticos. Pero la mala noticia de que le llegó la Parca a un buen amigo, me dio la idea de estar la sede vacante del Juicio Final, porque la Capilla Sixtina está para el Cónclave y el guiriteo; así que pensando en darle forma y habitáculo al éter judicial divino; Málaga tiene historia de ser Ciudad del Paraíso para un Premio Nobel; con procesiones que pesan un demonio casi a diario; hasta ganamos en ser maestros en la adoración de la nocturnidad en la Costa del Sol. El problema es que la convocatoria no está fijada en los Santos Óleos.