Una izquierda sin rumbo, sin pensamiento crítico y atrincherada en el fascismo amoral y corrupto, o lo que es lo mismo, en lo que ellos denominan la dictadura del proletariado. A nadie se le pasa por alto que en ningún país en el que gobierne la izquierda no existe democracia, las elecciones brillan por su ausencia y la existencia de un pensamiento único domina sobre cualquier situación, sea económica o moral, pues la política queda descartada en ese tipo de regímenes.
Llegar al poder defendiendo unos ideales y después cambiar de opinión. No es cambiar de opinión, es cambiar de ideales y hacer que el ciudadano se sienta engañado y estafado.
Veamos el cambio de ideales que se ha producido en el sanchismo desde su encumbramiento en el poder. Llegó acusando de corruptos a quienes gobernaban y anunciando el establecimiento de un Estado libre de corruptelas e ideológicamente progresista. Dentro de la idea de progresismo, se usaba la ideología feminista como bandera de enganche para todos y todas quienes quisieran sentirse libres de la opresión de quienes no defendieran a la mujer. Han pasado los años y las pruebas demuestran justo lo contrario.
La corrupción es la base del sistema impuesto por el sanchismo. Desde el inicio hasta nuestros días, y por desgracia, lo que todavía nos queda por ver, oír y expresar. No existe atisbo de moralidad en este Gobierno, mantenido en su pedestal por quienes lo abusan y lo exprimen en beneficio propio y sin querer el sanchismo reconocer que es un simple espejismo de aquellos de los que depende. Carece de identidad, pues unas veces es el fugitivo, otras el representante de los del "tiro en la nuca”, otras tantas el de aquellos que mueven el nogal y otros recogen las nueces, pero nunca es lo que dijo ser, sin saber que el tiempo manifestaría lo que verdaderamente es: falso, mentiroso, manipulador. Pero, por ahora, ha tenido la suerte de rodearse del personal que lo necesita y por eso lo mantienen.
Las primarias se financiaron con dinero procedente de la prostitución controlada por familiares, amén de la manipulación de los votos que hicieron. El aparente respeto a la mujer quedó patente, en un principio, en la famosa manifestación de 8 M, que aun con el riesgo que se corría al inicio de la pandemia, quisieron celebrar para aparentar un progresismo feminista. Eso le daba votos. Ese progresismo que, con el paso de los años, se ha vuelto retrógrado, exclusivo e invasivo hasta extremos que en los tiempos que corren nadie podía imaginar. Insinuaciones, gestos y humillaciones a compañeras de partido. Uso de la empresa pública para pagar favores sexuales y dinero público para pagar apartamentos de lujo para prostitutas de uso por quienes representan a los ciudadanos en el Congreso de los Diputados.
El tiempo, con el sanchismo, ha demostrado la falsedad de su alegato inicial y la cruda realidad de lo que verdaderamente pretendía: hacerse con el poder.
Llegados al día de hoy, no le queda más remedio que continuar en el poder hasta que los que le apoyan quieran o, en su caso, establecer un estado dictatorial en el que su poder sea tal que no necesite a sus socios. En este ultimo caso se habrá producido la reencarnación del mismísimo Caudillo. Igual que cualquier caudillo gobierna sin Parlamento, sin Presupuesto y destruyendo las instituciones democráticas con las que se hizo con el poder. Es a un mismo tiempo arrogante y sumiso, libre y esclavo, veraz y falso. Como son los caudillos.
Este año se celebra el cincuenta aniversario de la muerte de la filósofa alemana Hannah Arendt. Como muchos de sus pensamientos, que hoy se podrían aplicar para mejorar nuestra sociedad, en uno de ellos nos advierte: “El objetivo de la educación totalitaria nunca ha sido inculcar convicciones, sino destruir la capacidad de formarlas”.




