Los malagueños que no querían perderse su Esperanza, mil quinientos en peregrinación, ganaron la solana de los gladiadores junto a los sevillanos del Cachorro, otra partida.
No sé porque acudieron a mí los rebobines infantiles percheleros, cuando envidiaba a Alfonsito el de enfrente, que le pagaron un duro por portar un velón descomunal de plata delante de la Virgen de Santo Domingo, con una dalmática de príncipe; lo triste que quedaba el Viernes Santos cuando los vecinos faltaban a su promesa para llevarme al encierro de madrugá; como Pepillo preparaba los alpargates para ganarse un poco más que un jornal por llevar a tirones el más pesado de los Tronos.
Todo ocurría mientras Fernandito preparaba bastón y capirote de los distinguidos en verde pana. El sábado noche yo estaba soliviantado por el Málaga contra el Sporting, menos mal que había un Chupete a mano para quitarme la llantera; ganamos y evite que el mando distancia se diera un trancazo con Eurovisión, hoy sé que Esa Diva a gritos sin melodía al veinticuatro, ni siquiera el 23-23; pero un programa enlatado elaborado por una tele malagueña, con los fastos romanos cofradieros, me llevó al sopor y al estupor; mi idea era ver cómo se revolvía por el Foro la Virgen o si tenía más parroquia por la calles que el entierro de Francisco, pero el de Triana y el Cristo de Logroño le chuparon cámara; amén de las entrevistas a los hermanos mayores y algún lagrimón de Albacería; pero por interminable, a rollo pagado, fue el interrogatorio al consejero Global de Turismo, Arturo Bernal, pletórico con la significación del acto en la Ciudad eternizable y tan henchido de la piedad de los capillitas; que en un traspapele anticonstitucional llevado por la univoca devoción Popular de la Junta; se pasó de impío al tratar a otras opciones, creo que ideológicas, mal se explica el político cuasi novato, de miserables, por no volcar la saca pública en sus economías semana santeras con todos sus lujos desfilando.