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La casa de todos

“Las grandes naciones se definen por cómo tratan a sus habitantes más débiles”

 He querido comenzar mi reflexión marciana de hoy con esta frase del pensador mexicano Jorge Ramos Ávalos. En la sociedad occidental existe una tendencia incendiaria y misantrópica de criminalización sistemática de la inmigración. Si a esto le añadimos la deriva ultraderechista que está tomando la política internacional, tenemos el cóctel perfecto. En la sociedad occidental se ha instalado tal discurso de odio, de rechazo, de legitimación de la violencia hacia el inmigrante que está creando el caldo de cultivo para que la convivencia se haga insostenible. Las soflamas totalitarias que proclaman la necesidad de deportaciones masivas de los extranjeros pobres inflaman la indignación y necesidad de cambios sociales de la población nacional más desvalida. El capitalismo salvaje imperante ha conseguido algo terrible: cambiar la diana de la lucha de clases. Ya no vemos a los grandes empresarios ni a los poseedores del capital como nuestros enemigos, sino a los trabajadores pobres. La jugada es perfecta; en vez de reclamar mejoras sociales, económicas, de conciliación y de futuro, lanzamos nuestra bilis contra quienes, en su legítimo derecho, aspiran a una vida digna, al menos más digna que en su lugar de procedencia. El siglo XXI se ha presentado de la mano de una explosión y expansión tecnológica imparable, de una eclosión de efectos desconocidos de la universalización de la comunicación mundial y de una globalización de la crisis climática planetaria. Esa vertiginosidad nos tiene atrapados y confundidos en una maraña de contradicciones y de planteamientos sumamente hipócritas y peligrosos. No queremos que los extranjeros nos roben el trabajo o los subsidios, pero necesitamos de población extranjera para realizar los trabajos que nosotros no queremos…y no es que seamos exquisitos o delicados, sino que los empleos ofertados son muy duros y no se encuentran bien remunerados…. los empresarios reclaman mano de obra para sus explotaciones agrícolas, para el transporte, para la construcción, para la restauración, mano de obra barata y precarizada. Queremos que los migrantes vengan con contrato de trabajo y, al finalizar, retornen a su país. No se ofrecen alojamientos ni condiciones laborales adecuadas. Se habla de extranjeros delincuentes y violadores de nuestras hijas, pero se silencian los abusos sexuales de los empresarios freseros o de las huertas e invernaderos. Pedimos que se ordenen los flujos migratorios, que se regulen los movimientos de los pobres del mundo, instaurándose una insoportable aporofobia. Porque claro, no se consideran inmigrantes a los futbolistas, a los artistas de renombre, a los ingenieros o profesionales que proceden de los mismos países que vienen avalados por una reluciente cartera…tampoco se tienen por extranjeros non gratos a los integrantes de las diferentes mafias especuladoras que pueblan y despueblan nuestras ciudades…

El mundo se ha vuelto tan inhóspito, tan áspero, tan desabrido, que ha permitido que la casa de todos sólo tenga las puertas abiertas para unos pocos….hemos dejado de ser tribu, comunidad, para convertirnos en seres desconfiados y agresivos, individualistas y portadores de la bandera del sálvese quien pueda….En este panorama, ¿dónde quedan la filantropía, el humanismo y la fraternidad?

“Nadie se va de casa a menos que casa sea la boca de un tiburón” – Warsan Shire

Porque hoy sigue siendo martes, te deseo mucho ánimo y mucha fuerza en estos tiempos medievales modernos…

A los que levantan la cabeza con dignidad. 

 

Encarnación Páez

Alma errante

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