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La falsedad

Es la actitud que lleva a las personas a alterar o simular la verdad con efectos relevantes persiguiendo siempre el mal ajeno y el beneficio propio. Es la marca de este gobierno que se ha saltado todas las rayas que separan lo que en nuestra vida cotidiana se llama el bien y el mal. Confunden con su malicia al ciudadano para que esa línea separadora esté tan difuminada que no se sepa donde está ubicado el bien y donde el mal. 

Desde esa actitud no necesitan defender la verdad, pues no existe. Lo único que necesitan es la oportunidad adecuada para introducir en el pensamiento del ciudadano la ubicación de donde está el bien, el mal y la verdad o mentira. Con sus fabulas convencen a los ciudadanos de que las dudas favorecen el progreso y la ignorancia lo acelera. Lejos quedaron aquellos años en los que se consideraba que el progreso no era otra cosa que la de cambiar la evolución de la sociedad adaptándola a nuestros ideales. Hoy, se cambia de ideales para sobrevivir en nuestra sociedad, que sigue igual, o quizá peor.

Esa actitud es la que conduce al poder a usar cuantos medios tenga a su alcance para seguir en él. La confusión del ciudadano es tal que cualquier atisbo de verdad falseada le hace pensar que es cierta. Esa verdad falseada alivia la conciencia de muchos que lejos de preocuparse por hacer, dejan que otros hagan.

El ciudadano no comprende que hoy en España se pueda hablar de democracia. No entiende que la persona que detenta el poder sea abucheada por el pueblo y después negocie en contra del pueblo con quienes solo representan a una minoría de ciudadanos. No puede comprender la falsedad de una negociación con un prófugo cuyos caprichos para obtener beneficios va a sentar las bases de actuaciones del gobierno que afectaran al resto de los ciudadanos de España.

Quizá solo se pueda poner fin a la desazón en la que actualmente vive el ciudadano celebrando unas elecciones en las que la voluntad popular ponga a cada uno en su sitio apartando del poder a quienes hoy nos gobiernan.

A partir de ese momento viviremos de nuevo la ilusión democrática que hoy por el acoso continuo a los pilares de un estado democrático el poder hace tambalear.

Decía Cicerón que la falsedad es tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo. 

  

 

Fernando Guerrero

Ensayista

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