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Cuando vivir ya no es una opción

“Si un elefante tiene su pie sobre la cola de un ratón y dices que eres neutral, el ratón no va a apreciar tu neutralidad”

He querido comenzar mi reflexión marciana de hoy con esta frase de Desmond Tutu para abordar un tema muy complejo y doloroso: el acoso escolar. La semana pasada conocíamos la noticia del suicidio de una chica de catorce años en un colegio concertado de Sevilla y se me parte el corazón nada más intentar imaginar el terrible dolor que tuvo que soportar Sandra para saltar desde un balcón hacia su liberación. Y, como madre, soy incapaz de reproducir en mi interior el desconsuelo, frustración, impotencia y sentimiento de culpa que debe embargar en estos días (y para siempre) a su familia. Tras poner en conocimiento del centro educativo, en varias ocasiones, la insostenible situación de vejaciones a que estaba sometida su hija, se dio la callada por respuesta. Era cosa de niños, pensarían los responsables de actuar. Pero la violencia no es cosa de niños, es una terrible falla social.  Amenazar, insultar, despreciar, aislar y ridiculizar  no es una cuestión de edad…más bien es un reflejo de la mala o nula educación. ¿Estamos los padres preparados para educar en valores, para inculcar en nuestros hijos el respeto y el aprecio al otro?  Es fundamental nuestra actitud familiar, si regañamos o aplaudimos las bromas de mal gusto en relación a los compañeros de nuestros hijos o, mucho más común de lo que imaginamos, somos nosotros quienes ridiculizamos a los gordos, a los feos, a los amanerados o a los bajitos o enclenques. Los seres humanos somos miméticos y reproducimos lo que vemos. A veces nos ocurre también que hemos “parido por los ojos”, como se dice en mi pueblo y consideramos que nuestros hijos se sientan a la diestra de dios, que son perfectos e impolutos. Y les pasamos la mano por el lomo de sus maldades, restándoles importancia. Y, en otras ocasiones, estamos tan sobrepasados por el trabajo y responsabilidades que somos incapaces de detectar los síntomas del acosador o del acosado…Es un asunto muy complejo, sin lugar a dudas. 

Una vez que ha ocurrido la tragedia, todas las instituciones se movilizan para encontrar un responsable. Probablemente se instaurará un nuevo protocolo o postprotocolo a activar frente al buylling, pero la burocracia no devolverá la vida a quienes la perdieron o dejaron su autoestima por el camino. Poca validez tienen las normas sin la sensibilidad y perspicacia para aplicarlas. La empatía y la consideración no se escriben, se aprenden y se llevan en el corazón. Cuando unos cuantos chicos o chicas se unen para el mal, la sociedad refleja su noche oscura del alma.

Y ahora, ¿qué? Cuando pase el ruido mediático y el shock social, ¿qué ocurrirá con las Sandras que viven aterradas y queriendo multiplicarse por cero? ¿qué actitud adoptarán los padres de las chulitas de turno?

O nos arremangamos todos y ejercemos de tribu para educar a los hijos de la sociedad o seremos absorbidos por la desalmada vorágine social y tecnológica en la que estamos inmersos.

“Muchas personas dicen que el suicidio es el acto más cobarde que alguien puede cometer. Yo no creo que eso sea verdad. Lo que sí es un acto de cobardía es tratar a alguien tan mal que quiera cometer suicidio”. 

Tommy Tran

Porque hoy sigue siendo martes, te deseo mucho ánimo y mucha fuerza en la era del apocalipsis humanista.

A los que, con gestos pequeños, iluminan el mundo.

 

Encarnación Páez

Alma errante

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