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Silencio bancario de alimentos

Son pocas las noticias sobre los bancos de alimentos, ni la constatación en la sociedad de un hecho tan horrible como su necesario crecimiento levanta titulares, unas breves notas, pequeñas llamadas de atención. Menos en Navidad que al grito de la "Gran recogida" se destaca la generosa aportación de alimentos por los malagueños, setecientas y pico mil toneladas se entregaron en las festividades de 2014.

Los bancos malos, buenos y hasta los regulares que mueven el dinero ocupan los espacios siderales, sus hazañas y fechorías llenan las páginas salmón, cuché, deporte, cultura y hasta las esquelas mortuorias panorámicas. En cambio los bancos de alimentos que siguiendo la regla de tres del capitalismo, cuántos más sucursales bancarias echen el cerrojo por la crisis, más comedores sociales se abrirán, parecen nacidos para el secretismo, la vergüenza o nunca mejor dicho para el boca a boca, en este caso hambrientas.

Hace poco, la portavoz del PSOE en el ayuntamiento de Málaga, María Gámez, reiteró su demanda y queja para que el Consistorio, los populares que lo gobiernan, se encarguen de coordinar y coadyuvar al ingente esfuerzo que hacen los bancos de alimentos en nuestra ciudad, donde miles de voluntarios sustituyen con solidaridad, ejemplaridad moral y un gran trabajo, a ese ente etéreo que se lava las manos en las peores ocasiones, llamado Estado.

Son treinta mil familias malagueñas las que vienen atendiendo los ciento cuarenta y nueve bancos de alimentos, que socorren al más del diez por ciento de la población con necesidades alimenticias. Si los datos en cursiva fueran obligatorios en nuestra reseña informativa en wikipedia, la capital del Sur de Europa, la ciudad inteligente, la ciudad amable, la ciudad de los museos o cualquiera de los eslóganes que se utilizan para esgrimir nuestras potencialidades, habría que sustituirlo por la ciudad de las bocas abiertas.

La cola de la necesidad también convoca al Ayuntamiento, junto a las otras administraciones. No es nada malo el seguir desde lo público el esfuerzo de esos bancos privados y silentes que solo necesitan el aval de la pobreza para llenarte el canasto.

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