Buscaba el ocaso la primavera en nuestra tertulia de Ángel Caffarena, Rafael Pérez Estrada, Juvenal y yo, acertó a pasar por nuestra mesa en la acera de Horizonte, de rizos con fijador, empaque de alpaca y sonrisa festiva un conocido. Con voz de reverencia, soltó su -buenas tardes maestros. Un -quién es- soltó el despiste, me atreví que era el típico fantasmón del Cárter de Merdellín, grupo de festivos malaguetas, dónde algunos hacían el trasnoche entre cubatas y rayitas de pura colombiana con distribuidor interno. Alguien dijo que el personaje amén de juergas era un estafador profesional, de esos que llevan vendiendo el solar del rompeolas, desde que se identificaba con el carnet de tratante. El personaje dio lugar a un profundo análisis de las figuras de los estafadores, porque Rafael en su oficio de abogado había tenido oportunidad para conocer un alto elenco. Quitada la sapiencia, Rafael quiso quitar sesera, sugiriendo a Juve y a mí, formar despacho con él, con cartela en el portal de nuestro nombres y destacado título de ESTAFADORES Y PODÓLOGOS, lo de cuidadores de los pies, era para despistar a la policía, por si vinieran a investigarnos por nuestras presuntas estafas. Nos reímos con la treta, mientras aseveraba qué para ser un buen timador, lo primero era creérselo para que el primo que cayera, no tuviera más pista que el despiste. En el temporal que corre, en la que muchos de nuestros elegidos, se han rellenado intitulados de licenciados, si hubieran pasado por nuestras divagaciones en calle Cervantes, hubieran elegido darse el machito de tener máster de estafador, sin olvidarse de la añagaza de ser perito en callosidades. Tuve un amigo que operaba huesos de circo, sin haber terminado Medicina, pero lució de traumatólogo en el Hospital, hasta que a alguno se le ocurrió en hurgar en su expediente académico. La política para los amigos de los jactansiosos licenciados de la nada, la llevan a pedir de boca, pero como en toda familia partidaria, los tramposos dejarán un hueco para que corra la lista de aspirantes al sillonazo.


