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Los chapuceros de la enseñanza

Antes de inventarse es Estado de las Autonomías, los principiantes de la democracia española, proyectaban delegar en los ayuntamientos la educación pública, para lo cual se practicó el jornadilleo y dotó de literatura incipiente a los ediles del 79: subyugados por la demanda de nuevos colegios; arreglar chapuzas en los existentes, comprar lejía para las limpiadoras y poner orden en los conserjes.

Estallado el invento descentralizador de España, todo el mundo olvido que la Educación debía de acabar en manos del pariente pobre de la administración, los municipios. En cualquiera de las novedosas comunidades, se encargaron de polinizar a los niños con su idioma autóctono, pintar murales con banderitas verde y blancas, en definitiva de las esencias de la docencia; no nos olvidemos de la semana blanca con su día de platos típicos, que en Málaga llegan en algunos colegios multiculturales a más de una veintena de menús internacionales.

Un día de aquellos en que sulfurado de tantas pejigueras de los centros escolares, trataba de dotar de orden a la más que cuestionable realidad de las competencias, quise llevar a los representantes de los concejales de educación de Andalucía, con todo el paquete de llaves de las escuelas al Consejero de la Junta. Estaba hasta las narices de tener una plantilla de los servicios de arreglos para la ciudad, dedicada al bricolaje de reponer cristales, pintar, desatorar, ordenar los servicios de limpieza y cuadrar la plantilla de vigilantes. Encima teniendo manifestaciones para conseguir un suelo, entre ladrillos y en arroyos, para las casi cien edificaciones de primaria y secundaria realizadas durante aquellos tormentosos años de escases de aulas.

Hoy leo que la delegada de la Junta en Málaga, doña Patricia Navarro del PP; culpa al gobierno municipal de Francisco de la Torre del PP, de no haberle informado del estado calamitoso en que se encontraba el colegio Manuel Altolaguirre de la barriada de La Palmilla; en tan peligrosa situación que han tenido que trasladar a otros colegios a 60 infantes, por lo que el consistorio propone una nueva construcción.

No creo que los obreros manitas, los bedeles y la compañía de limpieza, debieran de ejercer de vigilantes de las estructuras del edificio; ni tan siquiera, el director, el claustro o el consejo escolar; pero comparen los niveles de obligación por la dedicación o los oficios. A más culpa el ayuntamiento tiene en urbanismo unos servicios de inspección, pero si nadie alerta, los ladrillos te pueden dar en la cabeza, más cuando lo que impera en la casa es ocuparse de levantar torres de aúpa.

Nadie vería con lógica que los servicios hospitalarios y los consultorios de Sanidad, administrados por la Junta de Andalucía, tuviera los celadores, carpinteros y empresa de pulido en manos municipales, por lógica organizativa. Pero de antaño, la escoba cayó en las alcaldías, y ahora, doña Patricia se quiere eximir de culpas como una escolar chupando el boli.

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