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VENTANA AMERICANA

EN MARZO NOS VOLVIMOS A VER CON GABO

En medio de tanta noticia desesperanzadora y aniquiladora de ilusiones, en este mes de marzo los medios de comunicación “apocalípticos y desintegrados” hicieron un hueco en sus titulares para reseñar la publicación póstuma de la última novela de Gabriel García Márquez, el escritor colombiano galardonado en 1982 con el Premio Nobel de Literatura, quien falleció en 2014 dejando un sinnúmero de lectores huérfanos de las fabulaciones mágicas del narrador caribeño.

“En agosto nos vemos” es el título de la novela corta que Gabo (hipocorístico del afamado novelista Gabriel José de la Concordia García Márquez) empezó a escribir a finales del siglo pasado, pero que no terminó nunca de corregir debido a que el deterioro de las facultades cognitivas en sus últimos años de vida le impidió hacerlo.

Un década después de su desaparición de este mundo terrenal, sus hijos y albaceas literarios, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, decidieron conjuntamente con editores y académicos expertos en la obra garciamarquiana que este manuscrito merecía ver la luz y hacer “felices y documentadas” a todas aquellas personas que en su momento disfrutaron con la mítica “Cien años de soledad” u otras de sus novelas como “El otoño del patriarca”, “Crónica de una muerte anunciada” o “El amor en los tiempos del cólera” (el texto preferido del propio creador).

Por supuesto que no han faltado las voces críticas que acusan a los herederos de rebuscar en el cajón de los borradores del novelista oriundo de Aracataca con el fin de exprimir económicamente hasta la última palabra de su legado literario. Sin embargo, la decisión ha tardado muchos años, después de un cuidadoso trabajo de edición y buscando que no se afectase en lo más mínimo la imagen de este escritor que ya se ha ganado un puesto en el Olimpo de la literatura clásica.

Y es que es innegable que en el mundo editorial existen muchos ejemplos de obras que fueron publicadas después del fallecimiento de sus autores, sin desmerecer en lo más mínimo con respecto a las creaciones anteriores de los mismos. Tal es el caso de “América”, de Franz Kafka; “El primer hombre”, de Albert Camus; o “La conjura de los necios”, de John Kennedy Toole, quien se suicidó convencido de que había fracasado como escritor.

“En agosto nos vemos” en una novela corta de 120 páginas (como ya ocurrió con “Del amor y otros demonios”), donde el hijo del telegrafista nos habla de una enigmática mujer llamada Ana Magdalena Bach, que todos los años viaja a una isla para cumplir una cita con el amor y el destino que nunca será la misma.

El texto termina con un epílogo aclaratorio del editor Cristobal Pera, quien en su momento editó las memorias del ínclito autor colombiano, y que ahora hizo lo propio con este manuscrito a petición de los hermanos García Barcha. En él, cuenta el interesante proceso de gestación de esta última novela en los tiempos finales de lucidez de García Márquez, cuando todavía su prodigiosa memoria no lo había traicionado vilmente.

A la espera quedan también sus lectores y lectoras del estreno en la plataforma de Netflix de la adaptación televisivia de “Cien años de soledad”, a lo cual Gabriel García Márquez siempre se negó en vida. Aunque dejando abierta una puerta futura para que la saga de los Buendía fuese contada con imágenes y planos audiovisuales al decirles a sus descendientes: “cuando me muera hagan con eso lo que les dé la gana”.

Luis Gabriel David

Profesor y periodista

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