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DE COPA EN LA CARTUJA

Los excelentísimos y dones fueron con la lupa el día anterior, por si hubiera tomate, a uno de los estadios menos usados del mundo, preparado para las olimpiadas universales sevillanas  por la empresa de Florentino, la que tardó en cobrar un mundo por las deudas de las administraciones edificantes, por ponerle puntos suspensivos a la liquidación final sin nada que rascar en sus presupuestos. Aquellas cuentas costaron más que el contubernio de la chapuza Rubiales-Junta, por el lavadito de cara último, con civiles buscando desconchones del blanqueo en las gradas cartujanas. En fin, allí estaban de rojos y del atleti, casi Mallorca y Bilbao, los que no podrán llenar las gradas de Riad al gusto Piqué, para jugarse la Supercopa arabesca de España; ya que el estadio de Al-Ándalus, no se sabe si es  originario su nombre de los de Alá peninsulares, del Atlas, o de un visigodo con defectos en el habla. En el Palco del duelo presidido por el emir de la Zarzuela; estaba el presidente de los leones, nuestro cancerbero eterno y porterazo de Herri Batasuna, Iribar. Varios palquistas de los que no le iban más que un segundo de chupar cámara, eso sí, librados de asistir a la boda del Monaguillo de la Almudena con la retitulada Teresa de Urquijo, por oficiar en el evento de monigote, ejemplo Feijóo; también Rafa Nadal que fue de bufanda  sobrasada a pasar el mal rato de los penaltis. En fin, los importantes, hooligans a toca teja tuvieron un comportamiento ejemplar, de los que no se llevan, ni racismo a la moda, por más que los chicarrones Williams rozaran el ¡uy! birlando a los defensas. Si hubiese sido una partida ajedrez, la cosa quedó en tablas, a repetirla gratis, pero el fútbol tiene un acabose faltusco para desempatar el aburrido melonazo del juego de entrenadores.

Curro Flores

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