Salvo las consabidas declaraciones resultonas, era de esperar que la noche de recuentos europeos, nos sirvieran a piamontescos y troyanos la ración de fracaso. En nuestra Patria, casi nadie ganó, la cosa quedó a tablonazos, orando a Santa Risa y cantando el La, la, la, versión Massiel o la de Serrat, para más progres.
Mientras las urnas daban un revés por la siesta, los ojuelos y los telefonitos los teníamos puesto en la pista gala, dónde Alcaraz respondía a raquetazos limpios. Con el Roland Garros de nuestra exclusiva ibérica; el fichaje del napoleón de la pelota, Mbappé, ya podemos mandar nuestra imagen reumática de la Carmen del Merimée a los magazines arrinconados; más cuando los gabachos se han vuelto a revestir con la bata de Vichy de madame Marine le Pen; cosas hace el deporte por la imagen de un pueblo, amén sus realidades. El pequeñito francés Macron, quién se había tomado la Historia de invasor Prêt-á-porter, ha resultado el clown más bobo, en el que se afinan todos los tortazos.
Sin más remedio, aunque algunos tengan aguante de rocín de varilarguero para hacerse el despistado; Messiecito, ha dado un paso a lo desconocido convocando elecciones en las fechas del Tour, espero que no pongan guillotinas en el pódium para políticos ventajistas. Dejado el maillot amarillo, los del rojo hemos recibido un aviso de los que te dejan la intranquilidad, de tener dificultades para meter el pico, porque la Piel de toro, está presagiando revolcones. A Pedro le ha llegado el tito urnas con la rebaja, sus domésticos del pelotón de izquierdas se han estampado en la curva, sus externalidades cada una por sus fueros liando la vuelta, y los resultados chupan rueda de Illa, asunto de mascarillas.
Todo puede seguir tranquilo, pero con demasiadas novedades en el frente, hasta en el Sur de Europa.
