Desde que la Grecia de los coroneles olvidara la Atenas democrática, las Cortes de León despistaran por Franco su pulcra naturaleza electiva, los británicos dejara a sus primos de sheriffs del una persona un voto; la democracia yanqui puso en valor su jerarquía frente a la Gran Dictadura rojelia.

A veces lo han tenido más que capicúa, como en la elección de Bush junior, frente a Gore, que el chuleo de Miami, plantó en la White House al indebido; para que se consolara la democratitis de Warren Christopher como ejemplo del orbe electoral, y disfrute de los tramposos. La democracia americana henchida de todas las malas artes de las brujas de Salem y las que no salen, ha dado para el horror de la cara del voto, la cruz del capital; y ha regurgitado un flequillo postizo de presidente, escoltado por lo más florido del poder multimillonario de Elon Musk, Zuckerberg, mr. Howard Lutnick y doña Lina McMahon, todo un billetaje para imponerse a la balota.
La cosa es que cuando los sillones estaban repartidos, al paso de las ocas del Potomac; el súper mosquetero Musk, le ha entrado la ventisca, porque Estado y capricho empresarial, cazan menos que Política con ministro en el Pardo: dándose el bote, pero lanzando improperios, porque aunque con gorra, no se merecía la despedida de un presidente Trump sentado en el Oval, como el que despacha al panadero. Los ecos de Elon han estallado en su X, para decirnos que gracia a sus ardides Donald disfrutó de la mayoría y que se le vio el tupé con el pedófilo Epstein en sus bacanales.
Las acciones de Tesla ya son de muselina, pero a la democracia europea, el cobrador del frac de Misterillo Trump con dos pistolas, nos arruina las exportaciones y nos quiere subir el recibo de la OTAN al 5% de nuestro Pib, pis.