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Las universidades europeas y el Torquemada americano

Las universidades europeas avizoran una gran oportunidad en la crisis educativa que sufre Estados Unidos bajo la convulsa política inquisitoria de Donald Trump. 

El mandatario norteamericano se erige en un moderno Torquemada: es el gran censor  de la ciencia, de la educación, del cambio climático, de la moral y de los avances que rompen con sus torpes creencias de cómo debe funcionar su nación y el resto del mundo. 

Lleva cuatro meses en el poder y ya nos parece una eternidad. Sus disparates atacan a dos áreas fundamentales del progreso: la investigación y el conocimiento. 

Con su política de recortes sesgada y discriminatoria está condenando al fracaso a cientos de ensayos y experimentos que llevan décadas de investigación y que, ahora Trump, ha amenazado con cortarles el financiamiento. La razón es muy simple: no son sus amigos; no convergen con sus ideas; no le dieron dinero en la campaña; y, seguramente, tampoco lo votaron. 

Lamentablemente ni la religión, ni la ciencia, ni la educación, escapan de  la ideología política y Trump dentro de su pensamiento fascista tampoco está dispuesto a cederle espacio o libertad de acción y de decisión a la ciencia e incluso quiere hacer lo mismo con la educación. 

No es de extrañar que en su Gabinete, Trump esté rodeado de negacionistas, muchos van en contra de las tesis científicas más probadas como el hecho de que las vacunas previenen los contagios de determinadas enfermedades. Algunos de sus funcionarios han llegado incluso a negar la eficacia de las medicinas.

Trump no está haciendo nada sorprendente. En la Historia de la Humanidad, como él y sus ideas reaccionarias, sobran los ejemplos: estoy recordando, a Galileo Galilei, que en el siglo XVII, fue juzgado por la Inquisición por escribir, defender, enseñar y demostrar que la tierra no era el centro del universo como, hasta el momento, se esgrimía.

En la Santa Inquisición se le juzgó por hereje. El solo hecho de que Galileo Galilei negase que Ptolomeo (siglo II d.c) tenía la razón de que los planetas y el sol giraban alrededor de la tierra y por ende, el universo era geocéntrico, lo llevó varias veces ante el Tribunal de los Santos Oficios. 

Galilei demostró matemáticamente y mediante la observación que eran la tierra  y los planetas los que giraban alrededor del sol, dando más solidez a la teoría heliocéntrica. Estos cuestionamientos, lo pusieron al borde de la hoguera y, para evitarla, lo obligaron a  desdecirse.

Y como este caso  hay miles más que obraron en contra de los avances, del progreso y de tener una sociedad más compacta. Trump solo contribuirá a que su país pierda peso en las ciencias considerando que, cada año, los Premios Nobel recaen sobradamente en investigadores estadounidenses o bien  en científicos de diversas nacionalidades que están haciendo investigación adentro de Estados Unidos.  La libertad de pensamiento es el bálsamo fundamental para que las ciencias tengan alas propias. 

No son pocos los equipos de investigadores que, desde distintas áreas en la Unión Americana, están pensando en trasladarse a Europa si encuentran las condiciones necesarias para que sus proyectos sean acogidos y financiados. 

Recientemente, la Comisión Europea anunció un paquete de 500 millones de euros para atraer a los investigadores norteamericanos a diversos países de la UE. En Francia, el presidente Emmanuel Macron, está muy interesado en atraer ese talento.

Recientemente, la Universidad de la Sorbona, acogió en París, una conferencia titulada “Elegir Europa para la ciencia” en la que se refrendó que ningún investigador sufrirá presiones, acoso, ni mucho menos amenazas de cortarle el financiamiento a su proyecto por el solo hecho de tener una ideología o una creencia distinta de quien gobierna. 

Harvard es la nueva diana. Una universidad privada costosísima a la que solo accede la élite tanto de Estados Unidos, como de otras partes del mundo, y algunos prodigios que logran becas. 

Figura dentro de las diez universidades más importantes del mundo y lo hace en cuarta posición; en ese top ten solo destacan cuatro europeas: las británicas, Universidad de Cambridge; Universidad de Oxford y el Colegio Imperial de Londres y el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Suiza. Hay una asiática, la Universidad Nacional de Singapur; pero el resto son todas estadounidenses comenzando por la más relevante: el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

La Universidad de Harvard fundada, el 28 de octubre de 1636, alberga en la actualidad  una matricula internacional bastante relevante estamos hablando de 6 mil 800 estudiantes extranjeros; de éstos, un tercio son chinos y más de 700 son estudiantes de India. 

El mandatario norteamericano quiere prohibir que una universidad privada siga dando matrícula a estudiantes extranjeros, bajo el argumento de que  el 31% son estudiantes foráneos que están utilizando las aulas no para estudiar, sino para hacer proselitismo. 

Durante décadas, Estados Unidos ha  exportado sus ideas de libertad, democracia y capitalismo, intentando con ello derribar al comunismo y las autocracias. No hay mejor manera que hacerlo y de una forma más pacífica que educando a miles de extranjeros en las aulas de sus universidades. Trump hará a su país no más grande, sino más pequeño…

 

Claudia Luna Palencia

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