Una melonada de Jason Bourne y el recordatorio cinematográfico del 23F, entre tantos estallidos de delicuescencia del aparato estatal, los guionistas le dan a las palabras patria y patriota, el caldo de cultivo de los “ellos”, secretos o uniformados. Los que frecuentábamos los sobresaltos de la Transición, con la lupa puesta en los acuartelamientos, a grandes galeradas y terribles titulares, el devenir constituyó un bálsamo sagrado para nuestra democracia, por la ausencia de la marcialidad del caqui en las informaciones diarias. Como el eterno retorno está en la vigilia de nuestros entornos vitales, se hacen de nuevo patentes, algunos uniformados que guiñan a la Justicia por “patrióticos”, y que reciben tal titulación por saltarse a la torera, los deberes del oficio, para obnubilarse con pasadas del Rubicón.
Doña Ayuso en barrera de asombrada isidril, anda a carrete sacado contra el presidente de todos los españoles, don Sánchez; pero entre tantas vueltas al ruedo, no ha tenido tiempo de enterarse que ha contratado para los servicios de seguridad de la Sanidad madrileña, al ex agente de la UCO Juan Vicente Bonilla, capitán de la Benemérita, por 84.000 euros anuales, gran diferencia con los 40.000 de salario bruto que recibía por capitanear su tricornio. Tan omisa gestión de la presidenta madrileña, requiere más tantas explicaciones como los despiste de su pareja con Hacienda; porque tras el despilfarro del dinero público de los madrileños, se premia a un “agente de la Ley”, que por sus mensajes violentos contra la legalidad para acabar con Pedro Sánchez, merecería un muchito de banquillo de toga con enrejado severo.
La casi ausencia de VOX en la liga del Manzanares, nos da al cambio una insolencia PP, guardiana de las centrípetas esencias de su hispanilandia, que practica el -todo bala- contra la Moncloa, pero haciéndose la locatis al colocar a quién dispara.