Los demasiado vetustos en las filas del PSOE, tuvimos la suerte de recargar nuestro capacho de creencia, con una pléyade de ancianos militantes que nos dieron las voces de alerta y moldearon nuestro sentido en lo que podemos llamar el espíritu histórico de nuestro Partido.

En la escasez, amén de libros, reuniones y asambleas en demasía; nuestros saberes orgánicos y deberes, no tuvieron una Escuela de Verano o lo que llamo las nuevas piscifactorías políticas, para elevarnos en nivel de correligionario; pero aquellas andanzas clandestinas o no, me dieron ejemplos y sapiencia, para defender mis ideas y representar a nuestra organización en los servicios públicos que fui requerido y representé. Por esta visión, los desagradables asuntos que estamos conociendo que afectan a dos exsecretarios de Organización y su kolderia, en las ejecutivas del compañero en jefe Pedro Sánchez, me tienen horrorizado; porque ese puesto de amos del cotarro militante y ejecutor estatutario, había caído en personas ajenas a nuestra Cultura de saber estar, honradez y probidad mínimamente exigibles; sin presumir las responsabilidades legales que se les pueden avecinar.
Por mi voto también, vi como agua de mayo, el relevo de nuestro viejo aparato de Surennes, por la impronta de Sánchez; y durante todo su mandato, guardando para mi incomodas cuitas de su gestión, he mantenido incólume mi apoyo y solidaridad en cualquier revés, a pesar que mis viejos líderes le apuntaban a la sien, cada vez que los focos adversarios le daban pantalla.
Ábalos, Santos Cerdán y Koldo han abierto la espita de mis restricciones cultivadas como fiel afiliado; y con los pesares de la vergüenza que nos toca; levanto mi turno de palabra, para pedir a nuestro Secretario General su dimisión en Ferraz y la Moncloa; sin que una mesa de camilla, sino nuestra tabla redonda, afine nuestros destinos de futuro por España.