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EUA y Europa dos visiones sobre emisiones cero

En 2023, la UE  figuró como  el cuarto mayor emisor de gases de efecto invernadero después de China, Estados Unidos e India. La cuota de la UE en las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero cayó de 15.2% en 1990 a 6% en 2023.

Dentro de la UE, los cinco principales emisores son: Alemania, Francia, Italia, Polonia y España. En la Unión Europea, el suministro de energía fue responsable del 27.4% de las emisiones de gases de efecto invernadero; seguido del transporte nacional (23.8%) y la industria (20.3%).

En 2021, la UE logró la neutralidad climática. Actualmente, el objetivo es alcanzar las cero emisiones netas en 2050. Cabe señalar que las emisiones han disminuido constantemente desde 1990 hasta 2023. 

La UE intenta hacerse responsable de sus actos y actuar al respecto, pero poco hacen los otros países: Estados Unidos con Trump está renegando de todas las políticas verdes mientras    China e India, necesitan seguir contaminando para que su expansión industrial no caiga. 

De acuerdo con información de Greenpeace, China representa alrededor del 30% de las emisiones globales de dióxido de carbono. “Su acelerada industrialización y su dependencia del carbón lo convierten en el mayor emisor del mundo y  para cubrir su demanda energética, especialmente en sectores como el acero y el cemento, el país continúa utilizando cantidades significativas de este recurso, aunque está invirtiendo cada vez más en energías renovables”.

El gobierno del presidente Xi Jinping ha lanzado algo que es más bien un corolario de buenas intenciones más que algo verdaderamente pragmático que la economía china pueda cumplir: el gobierno chino dice que quiere reducir su huella de carbono y alcanzar su neutralidad en 2060 y señala que intenta reducir su dependencia hacia los combustibles fósiles… ya lo veremos, dijo un ciego. 

En el caso de Estados Unidos se trata del  segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero: “Produce aproximadamente  14% de las emisiones globales, impulsadas por sectores como el transporte y la industria”.

Como lo explica Greenpeace, el problema escala en dos direcciones: las medidas que se implementaron hasta ahora no fueron suficientes, y a partir de 2025 bajo el mando de Donald Trump, un negacionista del cambio climático, se espera un retroceso enorme en la materia.

Desde que Donald Trump comenzó su segunda presidencia, ha utilizado una emergencia energética nacional inventada para ayudar a justificar la expansión del petróleo, el gas y el carbón mientras recorta la energía verde, a pesar de años de evidencia científica de que la quema de combustibles fósiles ha contribuido significativamente al cambio climático.

En solo seis meses que lleva Trump en la Casa Blanca, sus decisiones obtusas y negacionistas, han retrasado el progreso ambiental en varias décadas y, es algo, que debería inquietar. 

Es más, los desastres naturales en su propio país, no lo hacen cambiar de opinión e incluso ahora ataca a los servicios meteorológicos señalándolos como causantes de manipular a la opinión pública.

Hace unos días,  la terrible tragedia en Texas, nos recordó cómo los desastres se magnifican cuando desde la Casa Blanca hay un cambio de retórica y de política ambiental y, entonces, poco importa mitigar y prevenir. Quizá con  más de atención e información el desastre ecológico en Texas se podría haber evitado… ahora las pérdidas en vidas humanas superan el centenar. 

Es lamentable el negacionismo instalado en el poder de un país que ha brillado siempre por hacer ciencia, resulta que hasta las vacunas son dañinas y los brotes de sarampión están disparados. 

Con la política ambiental, lo que se ha hecho es enterrarla. En abril pasado, Trump signó cuatro órdenes ejecutivas para que la industria del carbón produjese  a toda vapor y resucitase su auge. 

Trump ha presionado por una mayor producción de combustibles fósiles y ha dicho que dará incentivos para que “el hermoso carbón” vuelva a florecer porque el cambio climático, según  su estúpida lógica, es un vil engaño. La realidad es que gracias a él y a quienes lo votaron, Estados Unidos sufrirá un retroceso de varias décadas en sus políticas ambientales mientras las condiciones climáticas se volverán aún más adversas de lo que ya son. 

Claudia Luna Palencia

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