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Hartos

Parece que los políticos han empezado a desnudarse. Me refiero intelectualmente. Soy, soy, soy, soy. Tengo, tengo, tengo. Y a poco que rasques no tienen nada ni son nada. Carecen de la mínima formación para ocupar los puestos que ocupan. Ante tanta ignorancia tienen que nombrar asesores para que les digan cuanto son dos y dos y si cuando se tienen que llevar cuatro se llevan ocho esta bien o mal. Llegan sin saber lo que es trabajar fuera de la política, sin conocer lo que es el trato con un trabajador y hablan como si lo único que hubiesen  hecho en su vida es producir, cuando en realidad lo que han hecho es chupar. Desconocen la palabra esfuerzo social, académico o laboral y sin embargo dirigen los destinos de la nación. 

Es simple. En quien confía uno para hacerse una casa. En quien confía uno para una operación. Y para la declaración de Hacienda, se la lleva uno a un político que dice tranquilo que tengo linea directa con Hacienda o a un despacho de profesionales preparados. No me refiero al de Montoro. A cualquier otro que trabajan y estudian las leyes.

Ser político se ha convertido en una forma de bien vivir, no de servir a quien le paga que son los ciudadanos. Ser político se ha convertido en una profesión incultos que no hace otra cosa que aparentar que saben sin tener ni idea y teniendo solo el poder. El poder y el apego al poder. El apego y el ansia de poder. El poder como objetivo principal de la política ignorante.

Decía Tierno Galvan que el poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla.

Y precisamente la prudencia no es virtud de este gobierno.

Fernando Guerrero

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