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Es reconocido en el mundo político que el comunismo, como cualquier dictadura, se contrapone claramente a la democracia. En esta quimera republicanista, a la que se apuntan también sectores denominados progresistas del PSOE, es importante que recordemos los comentarios, impresiones y memorias, que respecto a las elecciones de 1936, hace Niceto Alcalá Zamora, en su libro Asalto a la República.

Niceto Alcalá Zamora, como presidente de la república vivió en directo todos los acontecimientos de la época y sus conocimientos e impresiones transmiten el testimonio de quien vivió en primera persona y con la más alta responsabilidad política aquellos acontecimientos. Duda en su libro del resultado de las elecciones de 1936 y del carácter democrático con el que se realizo el escrutinio de las papeletas de votos. Es un dato, un pensamiento o una opinión de quien por el cargo que ocupaba debía saber el carácter y la forma en que se habían realizado las elecciones y su escrutinio. Estos aspectos han formar parte, también, de esta desmemoria histórica que unos cuantos pretenden imponer a todos.

En nuestros días, tras treinta y ocho años de democracia e iniciando una segunda etapa en nuestra jefatura de gobierno es momento de realizar reformas. Pero reformas que mejoren el bienestar de los ciudadanos encaminadas hacia el bien común. Cortinas de humo producen nuestros políticos de la izquierda que quieren cambios que en nada afectan a la ciudadanía. Anteponen formulas fracasadas en nuestra reciente historia, esquivando afrontar problemas que verdaderamente les afectan no solo a ellos, sino a todos los políticos. Es más fácil señalar a un cabeza de turco, que asumir responsabilidades.

Cabe esperar, en este sentido, que nuestros políticos y gobernantes se centren en cuestiones esenciales para la ciudadanía y se olviden el gobernar estigmatizando aquello que no sea propuesto, por el partido gobernante. Este tendría que ser el primer cambio de una nueva época. Las prebendas y privilegios de los políticos; la regulación de la corrupción; la educación como tema de estado, la industria, la resurrección de la clase media y todo cuanto sea necesario para el bien común. En cuanto a nosotros los ciudadanos la abulia y la indolencia no pueden ser nuestras compañeras en la participación política en la que tenemos la necesidad de influir para hacer mejor y más gobernable nuestra España.

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