Seguir mirando a Málaga como si fuera solo su núcleo urbano, ignorando que la realidad cotidiana en la que vivimos o trabajamos se extiende mucho más allá de los límites administrativos del término municipal, no solo es un error, es una irresponsabilidad que ya no podemos permitirnos. Nos va en ello la calidad de vida, la cohesión territorial y el futuro de nuestra tierra.
Málaga no es solo Málaga. Es también Torremolinos, Rincón de la Victoria, Cártama, Alhaurín de la Torre, y un continuo urbano que configura una realidad metropolitana incuestionable. Esa realidad ya pesa, y mucho, en la economía, la movilidad, la vivienda o el empleo. Sin embargo, sigue bastante ausente en la concepción y en la acción de muchas de las políticas públicas.
Más de 130.000 malagueños de nacimiento viven hoy en municipios del área metropolitana, especialmente en Rincón de la Victoria, Torremolinos y Alhaurín de la Torre. Alrededor de un millón de personas habitan este espacio metropolitano que se entrelaza sin solución de continuidad. Y, sin embargo, se sigue gestionando como si fueran piezas sueltas de un puzle, condenadas a competir entre sí por recursos, infraestructuras o servicios.
¿No sería más inteligente abordar los problemas comunes evitando soluciones fragmentadas? ¿Podemos seguir gestionando los desplazamientos diarios o la vivienda encorsetados por las fronteras administrativas del siglo pasado?
Pretender encajar los desafíos del presente, y del futuro, en estas estructuras es ya ingenuo. La crisis de acceso a la vivienda atraviesa toda la metrópolis malagueña y se agrava por la irresponsabilidad del equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Málaga, que sigue aferrado a medidas estéticas mientras miles de familias son expulsadas a la periferia, sin transporte público suficiente ni equipamientos educativos, sanitarios o culturales adecuados.
La solución no es la dispersión desordenada. Es una estrategia metropolitana consensuada, coordinada y planificada.
Si de verdad queremos estar a la altura de las circunstancias, no podemos seguir alimentando un mosaico de municipios aislados. ¿No sería conveniente impulsar una autoridad metropolitana con competencias, recursos y visión estratégica, capaz de abordar desafíos compartidos y de gobernar lo común desde la cohesión, la justicia territorial y el progreso?
Un ente capaz de planificar y gestionar la movilidad metropolitana, que implante políticas ambientales y sostenibles coordinadas, con competencias para diseñar el futuro urbanístico metropolitano, armonizando el crecimiento, protegiendo el territorio y garantizando soluciones en vivienda.
Desde el PSOE defendemos una Málaga metropolitana al servicio de su gente y consideramos que hay que dar más pasos en firme. Es hora de pensar en una entidad con competencias reales en esta materia, no una figura decorativa. Una herramienta que no reste poder ni identidad a los municipios, sino que los potencie, multiplicando sus capacidades para resolver juntos los problemas que no pueden solucionarse por separado.
Este paso exige liderazgo político, valentía institucional y una visión ambiciosa del futuro. Pero no hay alternativa si queremos una Málaga capaz de gobernar su crecimiento, garantizar derechos básicos y afrontar con garantías los desafíos del siglo XXI.
La derecha local, cómoda en su fragmentación, ha preferido proteger equilibrios partidistas antes que construir soluciones reales. La Diputación ha demostrado no estar a la altura. La Junta de Andalucía ha renunciado a liderar esta transformación. Y el Ayuntamiento de Málaga se ha resignado a una visión estrecha y especulativa, alejada de la mayoría social que vive, trabaja y se desplaza en la gran Málaga metropolitana.
Los y las socialistas creemos en el derecho a la ciudad, y eso significa también el derecho a una metrópolis vivible, cohesionada y justa. El progreso por el que trabajamos debe alcanzar a todos los barrios, pero también a todos los pueblos que forman parte de esta gran Málaga que ya existe más allá de los límites en los mapas.
Soñar con una gran ciudad es necesario, pero tratar de construirla con rigor, valentía y visión de futuro tampoco es opcional. Porque el área metropolitana no es un proyecto, es una realidad. Y ya no puede esperar.