Visitamos los diversos portales de Belén que en fechas navideñas se instalan en las Hermandades, Fundaciones, asilos. En todas esas visitas nos envuelve la paz interior con que la iniciamos, la serenidad con la que pretendemos fijarnos en los diversos detalles que cada uno de los portales exponen y la esperanza en la que el Adviento nos envuelve a los cristianos. A lo largo de todo el año en las peticiones que se realizan en la celebración de la eucaristía se pide por la paz en el mundo. Sería difícil enumerar el número de conflictos bélicos que existen. Podrían ser 40. Demasiados. Excesivos. No tendría que haber ninguno. Unos más cercanos que otros. Pero estas Navidades hay uno en particular que en cada visita a los Belenes nos quita la paz interior, la serenidad y la esperanza. En cada Belén hay pastores, gallinas, ovejas, mulas, bueyes que forman parte de la decoración del Belén en los que se representa también alguna que otra aldea de la que forma parte los pesebres, posadas y viviendas. La contemplación de la recreación del hábitat en el que nació Jesús, este año más que en otros, nos hace gritar Paz en la tierra en nombre de Dios. Paz.

Por su parte el ciudadano en nuestra sociedad camina en sentido contrario al cristianismo. El Niño Jesús nace en un establo. Su celebración la realizan ciudadanos humildes de la época que llevados por el resplandor de una estrella, que también atrajo la atención de los Reyes de Oriente, hizo que todos se presentaran en aquel establo para adorar el Niño Dios. Cada uno aportó lo que pudo. No tuvieron obligación alguna de llevar nada. A diferencia, en nuestra sociedad llegando la Navidad nos sentimos obligados a comprar y comer desmesuradamente. Pensamos que la Navidad es el exceso de lo material, cuando en realidad es la ausencia de lo material y la necesidad del recogimiento espiritual. Igualmente, a diferencia de la vida de Jesús, los actuales héroes de las películas no mueren para salvar el mundo, sino que usan su poder sobrenatural para destruir la maldad, o lo que es lo mismo hacen lo que los soldados romanos le decían, irónicamente, a Jesús en la Cruz: Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.