Tres son los apartados a los que me voy a referir: La Sociedad, El Cristianismo y la Ciencia. Son tres pilares fundamentales en nuestra convivencia.
Hace bastantes años, corría el 1989, cuando el filosofo, poeta, articulista y escritor uruguayo Eduardo Galeano publico el libro cuyo titulo es “El libro de los abrazos”.
Entre otras cosas en ese libro señalaba una serie de principios que corrompían el sistema gobernante que había en aquel momento.
El primero, Los políticos hablan pero no dicen.
El segundo, los ciudadanos votamos, pero no elegimos.
El tercero, los centros de enseñanzas, enseñan a ignorar.
El cuarto, los medios de comunicación desinforman.
El quinto, que teniendo en cuenta los principios anteriores las personas están al servicio de los ideales de otros, siendo el dinero mucho más libre que la persona en sí misma.
El sexto, que las perdidas de los bancos se socializan y los beneficios se privatizan.
A poco que nos paremos a pensar en los principios anteriores hemos de admitir que no ha desaparecido ninguno de ellos y que ademas la mayoría, por no decir todos, han aumentado el potencial nocivo respecto a los ciudadanos.
Este potencial nocivo hace que nuestra sociedad esté vacía de su propia historia, no tiene entrañas del pasado y resulta dócil a cualquier disciplina política. Una sociedad a la que se le conduce a un estado lleno de apetitos materiales, carente de obligaciones y excedida en derechos. Una sociedad que odia el pasado y le teme al futuro.
Una sociedad en la que se ha instalado la moral del rencor que hace que una parte de la sociedad, basándose en el odio y el resentimiento, tenga una imagen deformada de la otra parte de la sociedad con respecto a la cual se considera superior.
El sentirse superior conduce al individuo al empoderamiento que hace que por encima del individuo superior no haya nada, ni siquiera Dios, al que se trata de destruir. Por ello en nuestra sociedad se ha instalado una cultura contra religiosa al considerar que cualquier principio inherente a la religiosidad que se trate de aplicar socialmente es contraproducente y perjudicial.
Ese atentado constante contra la religiosidad cristiana es lo que no solo me parece fuera de lugar sino que produce unas consecuencias nefastas individual y socialmente. Da la impresión como si al ir en contra de la religión también estuviésemos en contra de todo lo que el cristianismo defiende. Es decir, si el cristianismo considera pecados capitales la lujuria, la pereza, la gula, la avaricia, la ira, la envidia y la soberbia, el estar en contra de la religión no debe implicar ignorar el daño social que el desarrollo de dichos vicios produce en la sociedad. La manifestación mas grande que podemos ver por la aplicación sistemática de los mencionados vicios queda patente en la corrupción existente no solo en España sino en Europa y ya estamos comprobando que no solo dentro del ámbito político sino también del deportivo donde la gula, la lujuria y la avaricia campan a sus anchas.
Por su parte, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia las podemos encontrar en la ligereza con que se gobierna, el relativismo con que se legisla, la enjundia con que se ataca al que piensa de forma diferente y el menosprecio a cualquier propuesta de otros.
Parece que en los momentos actuales una de las parábolas que debemos recordar es la del trigo y la cizaña. No debemos desesperar. Al final de la siega la cizaña se quemara y con el trigo se hará pan y se alimentará a la sociedad.