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Buscando a Rubén Blades

Ventana americana

El escritor cubano de novela negra, Leonardo Padura, nos recordaba en estos días en su columna periodística del diario El País, de Madrid, que se habían cumplido cuarenta años, lo cual se dice pronto y se vive con igual rapidez, de la publicación del álbum musical “Buscando América” del polifacético artista Rubén Blades.

El narrador caribeño, creador del personaje del detective Mario Conde, aseguraba que con este trabajo discográfico se daba inicio a la “salsa comprometida”. Pues la salsa es el ritmo que ha cultivado a lo largo de su carrera musical Blades, panameño de nacimiento con raíces paternas colombianas y maternas cubanas. 

Sin embargo, hemos de aclarar que desde antes de esta producción llevada a cabo con el grupo musical Los seis del solar, ya el llamado “poeta de la salsa” o “intelectual de la salsa” había creado letras de “pensamiento crítico” que han hecho que la gente reflexione mientras baila esta música afrocaribeña que procede del guaguancó, el son y el danzón cubanos, pero que se gestó y eclosionó en los barrios latinoamericanos de la ciudad de Nueva York.

Y fue allí donde Rubén Blades llegó en la década de los años 70 del pasado siglo, para incorporarse a la gran orquesta salsera de La Fania All-Star (creada a finales de los años 60 por Johny Pacheco y Jerry Masucci) y de esta manera dar voz a los temas musicales del álbum “Metiendo mano”, creado junto a otro gigante de la salsa: el dominicano Willie Colón.

Ya en “Metiendo mano” encontramos dos temas de “conciencia social”. Uno es “Pablo Pueblo”, donde se habla del “no futuro” de una gran parte de la población latinoamericana,  que no consigue salir de la pobreza mientras los dirigentes de turno se enfrentan en estériles “lides politiqueras”.

“Pablo Pueblo,
hijo del grito y la calle,
de la miseria y del hambre,
del callejón y la pena.
Pablo Pueblo,
su alimento es la esperanza,
su paso no lleva prisa,
su sombra nunca lo alcanza”.

El otro tema salido de la pluma de Blades es “Plantación adentro”, que describe los horrores de la esclavitud durante la época colonial en la América española.

“Camilo Manrique falleció
por golpes que daba el mayoral
y fue sepultado sin llorar.

Un indio, una cruz de palo y nada más. 

Camilo Manrique falleció 

plantación adentro, camará”.

Posteriormente, Willie Colón y Rubén Blades repetirían esta exitosa dupla con “Siembra”, producción que incluye los temas “Pedro Navaja” y “Plástico”. Acerca de los personajes del bajo mundo en la Gran Manzana el primero (“la ciudad de Nueva York tiene más de un millón de historias”), y criticando el arribismo y las apariencias de la sociedad de consumo el segundo (“Era una pareja plástica… / aparentando lo que no son / viviendo en un mundo de pura ilusión / diciendo a su hijo de cinco años / no juegues con niños de color extraño…”).

Más tarde, Rubén Blades aprendería a volar solo, para gestar y parir en el mencionado y orwelliano año de 1984 el álbum “Buscando América”, el cual ofrece material para redactar varias tesis doctorales alrededor de sus temas como “Decisiones”, “El padre Antonio y su monaguillo Andrés”, “Todos vuelven” o el inclasificable “GDBD”. Una composición ecléctica que habla de la diáspora migratoria latinoamericana, las desapariciones forzosas de los años de las dictaduras y la guerra sucia, e incluso de la Teología de la Liberación de los Jesuitas (Suenan las campanas por un cura bueno / suenan las campanas por Arnulfo Romero”).

De allí en adelante se sucederían variopintas vivencias en la existencia de Rubén Blades: la continuación de sus estudios de Derecho en la prestigiosa Universidad de Harvard; su participación en numerosas películas y series televisivas de Hollywood; su intento no consumado de ser presidente de Panamá; su servicio público como ministro de Cultura y Turismo en su nación natal; el reconocimiento de los Premios Grammy… 

Pero  nada de eso le haría alejarse de su línea salsera narrativa y reflexiva. A finales de los 90 vería la luz su tema “Sicarios”, sobre el fenómeno antisocial de los jóvenes gatilleros (pistoleros) que se reprodujeron como una plaga bíblica en varios países de América Latina bajo el paraguas del ilícito negocio del narcotráfico.

“Yo, por él, no siento compasión.
Nunca en vida él hizo algo por mí.
Si es entre él y yo la selección,
no me dolerá verlo morir”.

Veterano de la música y la vida, incombustible y vigoroso, el nieto de caribeños insulares angloparlantes sigue recorriendo el mundo entero para llevar sus canciones y melodías a un público ávido de escucharle, conformado por hombres y mujeres de varias generaciones que en sus presentaciones no dudan en solicitarle espontáneamente: “Viejo Ruben (acentuando la penúltima sílaba), ponnos a bailar”.

Luis Gabriel David

Profesor y periodista

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