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Votar a los diecesiéis

La sequía de viviendas y otros pleitos me privó tertuliar este martes, sobre el voto a los dieciséis años, asunto que ha puesto ante las cámaras el Gobierno, para que la Cámara siga en gajos. No hay como tener polizontes de la izquierda asociados, para que  el puente de mando se desvíe a babor; por eso surgen las avanzadillas que pillan descolocados al común y se lanza el ancla de los inamovibles estribores. 

El Foro Europeo de la Juventud quiere animar los comicios con tropas juveniles, para que el Parlamento de la UE más que un cementerio de elefantes, parezca una caravana de proboscidios vivita, aunque parsimoniosa. En  fin, la pelota está bajo techumbre y a esperar, para ver si nos ponemos a la altura de Alemania, Bélgica, Austria, Malta y hasta la cuna de la democracia Grecia votando desde los dieciséis. Si no fuera por lo que se sabe, nadie duda que muchos de los  impedimentos vienen de la fobia al voto de los reaccionarios históricos. En mi patria, PP y VOX, rechazan la propuesta y los nacionalistas de derechas se hacen el longui. 

La derecha española tan taurina, debiera de saber que en el único país europeo que se puede ser maestro a la edad de aprendiz, es en la piel de toro, porque basta que un torerillo acelere su carrera de novillero con caballos, para que  con diez festejos tome la alternativa  alcanzando la maestría, a la edad, en la que otros se tienen que buscar las primeras habichuelas o engrosar la lista del paro. 

Lo controvertido es que el voto más joven, más que suponer un avance hacia el progreso en los países que lo tienen, puede que engrose los buenos resultados de la ultraderecha en el centro de Europa. Marinero alerta…

 

Curro Flores

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