“A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde”
He querido comenzar mi reflexión marciana de hoy con esta frase del inefable Lucio Séneca ya que ilustra perfectamente la confusa realidad en la que nos encontramos inmersos, presos a la vez de la vertiginosidad y de la desorientación social. Vivimos apegados, absorbidos por la tecnología y alejados de la ideología, prisioneros de la ansiedad y la frustración, cual burros que persiguen su particular zanahoria. Nos hemos instalado en la era del consumo y la satisfacción rápida…pedimos que nos traigan comida económica a nuestra casa a costa de la precariedad del repartidor…recibimos paquetes provenientes de lugares recónditos, sin echar cuentas del coste energético ni de las condiciones de los trabajadores que tienen que cumplir con un ritmo implacable…nos hemos instalado en una gran ilusión de comodidad que se sustancia en la semi esclavitud de quienes nos sirven. Nuestros dispositivos tienen las pantallas llenas de iconos de infinitas aplicaciones; la tienda tecnológica nos tienta permanentemente con la adquisición de las más novedosas. Hemos desaprendido el rico lenguaje adquirido en nuestros años académicos y nos hemos sentido impelidos a importar anglicismos que desvirtúan nuestra identidad y nos abocan a una extraña globalización.
Creo en el cambio, en la evolución como motores de una mejor civilización, más humanista y equitativa, pero percibo que el frenético deseo de consumo tecnológico nos anestesia la capacidad de reflexionar profundamente y detectar qué es lo que realmente nos conviene como seres humanos, aquello que nos eleve y nos convierta en mejores personas. El individualismo nos ha consumido, nos ha envuelto en su capa del sálvese quien pueda y hemos abandonado la idea de comunidad, de tribu, de colectividad. No somos totalmente responsables de ello: el Gran Hermano orwelliano de nuestra era (en forma de datos o algoritmos) ha invadido todas las esferas de nuestra vida cotidiana. La política ha dejado de ser ese noble arte de gestión de la cosa pública y se ha convertido en una burda estrategia tacticista que ha desembocado en el desembarco de los populismos, receptores de la confusión, el desencanto y la ignorancia imperantes en grandes sectores de nuestra sociedad. Mientras nos entretenemos con las tonterías del tik tok, los Estados juegan a las batallitas, potenciando la siempre floreciente industria del comercio de armas; Europa se rearma y nuestro “estado de bienestar” es desarmado a pasos agigantados. Y,¿ cómo podemos revertir esta tendencia imparable? Creo honestamente que debemos desconectarnos de las pantallas y contribuir a generar comunidad; todos merecemos un universo amable y habitable y consciente.
Confieso que ya tomé el soma durante bastante tiempo y ahora quiero volver a la reserva del Gran Salvaje. Nos han convertido en épsilon sin conciencia de clase.
“Ya no sé si el mundo está al revés o soy yo”
Porque hoy sigue siendo martes, te deseo mucho ánimo y mucha fuerza en estos tiempos frenéticos y desalmados.
A los que siguen mirando con ternura.




