Desde que se chuta en los palcos al por mayor, los devaneos en el balompié traen de cabeza al Deporte Rey; el ojal de muestra intraspasable es la presencia del meritado Javier Tebas, presidente de la Liga Nacional de Fútbol Profesional. El galocho ha conseguido levantar, que se sepa, entorno a los tres millones quinientos mil eurillos anuales, sin pagas de perjuicios.
Se ha dado con un canto en los dientes, por la ocurrencia de llevarse un partido de la Liga fuera de los espacios de su jurisdicción Nacional; pero él en su tono de salva patria, ha puesto en las redes sus criterios por la suspensión en Miami del Barcelona-Villareal; tratando a la evocación a la afición como una colada provinciana, frente al cosmopolitismo que el susodicho partido abriría de par en par las puertas de la riqueza yanqui. Don Javier, deberá conocer la historia internacional del fútbol español, amén de la Copa del Mundo, Madrid y Barcelona desde Diestefano y Kubala, no los para nadie por su internacionalidad, como los más destacados del mundo mundial, siendo sus mal queridos blancos los adalides de todas las competiciones.
Que su sueldo dependa de las mesnadas de tribunos de más enclenque pelaje, no empece para que el rollito inventado de Miami, no sea una añagaza más que cateta, por más que se lleve en el embarque sus botas puestas. He mirado el salario de nuestro presidente de gobierno, los autonómicos y algún alcalde distinguido, ninguno de ellos sobrepasa la tercera parte del-recluta con niño. Su hijo Diego ha debutado con un vestido de torear a costa de la riqueza paterna, por eso de tener un encaste rarito.
Papá es amigo de ponernos en la siesta el más esperado partido de Florentino contra Laporta, sus cambios horarios han trastocado a los espectadores a costa de la carta de desajuste; Pedro Sánchez está por no cambiar los horarios, pero don Javier, tan a la contra, si deriva en lo taurino, puede ponga a su hijo como Diego Tebas, el Incluido, en un festival a la hora del Canto del Gallo.




