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Globalización en las calles

Paseando por el centro de Málaga, viendo los comercios y sus escaparates, tengo la sensación de que estoy en cualquier lugar del mundo. Las mismas tiendas, firmas y maniquíes que puedo ver en la calle Tetuán de Sevilla, o la Rua Nova do Almada de Lisboa, o cualquier calle peatonal y comercial de Andalucía, de España o de cualquier capital de Europa.

Hecho de menos al pasear algo que sea distinto, típico, o que huela a comercio tradicional. Es verdad que los gustos cambian y las tiendas de toda la vida si no ofrecen un plus, algo diferente o único, pues tienen todas las de perder respecto a sus grandes competidores, las grandes superficies, esas firmas de grupos multimillonarios en ventas que se comen sus negocios y finalmente estampan su firma en donde antes hubo un centro comercial como Félix Sáenz, o un hotel, caso de Almacenes Mérida.

Nombres que para los más jóvenes no significan nada, tal vez un conocido de clase, discípulo de aquellas sagas de comerciantes, Gomez Raggio, Álvarez Fonseca, Contreras, Pérez Cea... cada poco, cada vez menos, vemos como un negocio de toda la vida, o al menos con medio siglo de existencia, echa el cierre.

Mueren de agotamiento, de falta de ventas, de ilusión y por una competencia brutal contra la que no pueden luchar. Es la ley del mercado global, bebemos los mismos refrescos en todo el mundo, las mismas pastillas para el dolor de cabeza, las mismas zapatillas de deporte... Es lógico que los pequeños no puedan ganar esta lucha entre David y Goliat.

Pero paseo por Calle Larios, Granada y Nueva...y si no levanto la vista, a ras de escaparate, podría estar en Sevilla, Valencia, Barcelona o Madrid, en Lisboa o Roma incluso. La Globalización en las calles y sus comercios nos hace un paisaje similar, muy parecido, aburrido, en cualquier lugar del mundo.

 

[cabezon name="José Palacios" designation="Periodista " img="pepepalacios" /]

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