Inicio Opinión

EL STOP DEL MONO BURGOS

Al menos de las retrasmisiones futboleras de Movistar, han mandado al paro a don Germán Adrián Ramón Burgos; eso les tranquiliza, pero para nada corrige la fauna, a la que les quito la voz, de comentaristas a rollos pagados que, nos someten con sandeces de hacernos ver algo de buen fútbol, cuando en el patio de un colegio o en un descampao de los antiguos, se pueden apreciar más fintas y buenos lances de niños peloteros, que en un muermo de los que retransmite de jugadores millonarios al plasma, en los cientos de partido del siglo de cada temporada. Lo cierto es que el singular Mono, amén de tantos otros, me resultaba simpático, quizás la voz, su singularidad argumentaría, su antigua facha, pero sobretodo el apodo de guardameta titiritero. Los ricos del Paris Saint Germain y los endeudados del Barça, decidieron no atender a los informadores de la cadena Movistar, no por carera, porque ahí le va parte de su soldada; sino por un golpe de sinceridad inoportuno del señor Mono que, ante la excelencia en el juego del jovencito negro Lamine Yamal, no tuvo otra cosa que decir, -que de no ser tan bueno con el balón estaría vendiendo en un semáforo, cosa que ofendió a los pulcros oídos antirracistas. No sé en qué parte de las geografías urbanas viven los triunfadores famosos del balompié, entrenadores y directivos palquistas, pero al parecer se hurtan la imagen clasista con las que convivimos los cotidianos; de vendedores de tabaco, pañuelos para los mocos y limpia cristales en los semáforos de tinte racista. En nuestros tiempos los ídolos del toreo. Tenían la opción de robar gallinas, antes de idolatrarse; los afamados boxeadores se escapaban de la mala vida por un buen knock-out al adversario. Salir del lumpemproletariado parece depende del color con que se mire, confundir nuestra aparofobia con remilgos sobre los derechos humanos, no sacan a nadie de la triste realidad de nuestra sociedad. Me viene a recordar a un Club privado de Málaga del que, me hicieron llegar una protesta como concejal de Deporte, porque en nuestro acuerdo para uso de su piscina con un programa social de deporte para todos, uno de los niños era negro. El asunto se arregló con cordura, aunque el Alcalde no se tiña de rey Baltasar, para zambullirse a diario en la misma piscina. Mono, castos oídos.

Curro Flores

Ir ARRIBA