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LA FALCONETITIS

Para alimentar las células madres de la mala inquina de los contrarios, los plumillas de acoso y derribo, se van al fotomatón de un viaje presidencial y hurgan en el libro de vuelos del hangar del Falcón monclovita. Las masas del móvil del Cercanías, ya tienen motivo para encallar un mal rato, pensando en los abusos del poder sin mascarilla. La verdad es que en mi fase de inocencia política, era de presumir un presi autonómico en el Metro y ediles apretujados en el bus; hasta que el prefe de la época Felipe, posó en sus vacaciones en el Azor, el histórico yate de Franco, en el Hola con nietecitos y con el atún colgante más gordo de la almadraba, pero pescado a cañazos por el Vigilia de Occidente; como la osadía de la iconoclastia de González formó tanto revuelo, nos aleccionaron a las masa-dumbres de la época, que haber elegido el barquito era por motivos de seguridad, ya que el resto de la flota de Marina, hasta el Dédalos y los de la Desbandá, la teníamos en astilleros por motivos de desguaces, y el Azor tenía más defensas que el Nautilus. Las vacas felipescas me crearon una coraza a prueba de yetsmanías y faconbroncas, así que ni de viaje recreo, tengo por diana el vuelo de los presidentes, aunque a algunos me gustaría haberlos visto en monopatín chupando rueda en la Vuelta a España. Como Pedro Sánchez tiene el reloj de arena en horas tan bajas de Simún, tormento de dromedarios, la última falconada a toda plana, ha sido de un ida y vuelta a Valladolid, para quedar como un “icono de presi”, en un insólito -¡te queremos!, de doña Inés Hernand, presentadora de los Goyas; la gentil humorista ha levantado tanto revuelo en Prado del Rey, que hasta las vacas andan perdiendo el cencerro, por sus excesos aduladores; en un medio público que tras la muerte del Dictador, toda alabanza es en vano. Para el bien de la Cadena, locutores fabricados con I.A., como los de mi infancia.

Curro Flores

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